El horario de verano consiste en adelantar una hora los relojes para aprovechar mejor las horas de luz durante los meses de primavera y verano. El cambio de horario facilita disfrutar de actividades de ocio y trabajar durante las tardes iluminadas. Por el contrario, el ahorro de energía es relativamente pequeño y algunos expertos indican que es perjudicial para la salud.
Se atribuye con frecuencia la idea del cambio de horario a Benjamín Franklin, y se considera que Alemania y Austria-Hungría fueron los primeros en adoptarla hace un siglo para ahorrar combustible para la guerra. La mayoría de los Estados de la Comunidad Europea adoptaron el horario de verano en la década de los años 70.
Las diferencias en las fechas de inicio y final del horario de verano, en función de cada país, provocaron problemas en sectores como el del transporte. Una serie de directivas adoptadas entre 1980 y 1994 por la Comisión Europea estableció que el horario de verano comienza el último domingo de marzo y termina el último domingo de octubre.
Muchos países cambian sus relojes y otros muchos como Rusia, China o Japón prefieren no hacerlo.