La única promesa electoral que ha cumplido hasta ahora el primer ministro griego, Andonis Samarás, ha sido expulsar a los inmigrantes sin papeles. Durante la campaña Samarás prometió «reconquistar las ciudades» y frenar «la invasión de inmigrantes ilegales».
Durante el sábado más de 2.500 policías barrieron las calles y barrios de la capital griega, entraron en unas 50 viviendas donde vivían grupos de inmigrantes en condiciones inhumanas, e interrogaron a 6.000 personas. Arrestaron a 1.500 que han sido trasladadas a un centro de detención para ser repatriadas. Las autoridades griegas han denominado la operación «Xenios Zeus» (rey de los dioses en la antigua Grecia y protector de los huéspedes).
Paralelamente triplicará el nombre de guardas fronterizos. En las últimas horas se ha desplegado a otros 1.800 policías en la frontera con Turquía, al noreste, para prevenir un eventual aumento de inmigrantes de Siria. El jefe de la policía helena, Cristos Manúras, ha dejado claro que las fronteras de su país permanecerán totalmente cerradas para quienes intenten llegar a Grecia de forma ilegal. Las autoridades calculan que hay más de 23.000 personas que han huido de Siria y que pueden intentar entrar en Europa por mar y tierra, a través de la frontera greco-turca.
Grecia, situada en el extremo de la UE, se ha convertido en la puerta de entrada de miles de migrantes asiáticos y africanos, que quieren llegar a otros países europeos. Según datos presentados por Atenas, en la última década han llegado a ese país más de un millón de personas. En 2010, 128.000 inmigrantes.
Hace unas semanas «Human Rights Watch» denunció que en ese país habían aumentado los ataques violentos y xenófobos, especialmente en la capital y otras grandes ciudades, y que los inmigrantes «provenientes de zonas de guerra tenían miedo a ser atacados si salían por la noche». Según la ONG, las razones principales para estos ataques xenófobos son la profunda crisis económica unida a muchos años de políticas fracasadas en temas de migración y asilo político. La mayoría de los inmigrantes están sin trabajo y la población les acusa de causar atracos, robos y otros delitos. A ello se añade la política xenófoba del partido extremista «Amanecer Dorado», que lleva meses atacando a inmigrantes por la noche.