TRÍPOLI, (IPS) - Los libios parecen confiar en que la secular Alianza de Fuerzas Nacionales (AFN), de Mahmoud Jibril, logrará conformar una coalición y construir puentes entre las distintas milicias. La opción islamista habría quedado a un lado.
Muchos creen que la alianza liderada por Jibril también podría acercar a otros partidos políticos ideológicamente opuestos, y acortar las diferencias entre expartidarios y opositores al antiguo régimen de Muammar Gadafi (1969-2011).
Según los resultados preliminares, la AFN, coalición de unos 40 grupos, ha ganado las elecciones parlamentarias del sábado 7 y el domingo 8, los primeros comicios democráticos celebrados en este país en 50 años.
En total, 130 partidos políticos y 2.500 candidatos individuales participaron en la histórica votación. De los 200 escaños del Congreso Nacional (parlamento), 80 están reservados a representantes de los diferentes partidos, y los 120 restantes a ciudadanos que se postularon de forma independiente.
La victoria de la fuerza política de Jibril, ex primer ministro del Consejo Nacional de Transición, ha marcado una diferencia de Libia respecto de otros países del norte de África, donde la Primavera Árabe habilitó el camino para fuerzas políticas islamistas.
La AFN habría superado en las urnas al Partido de la Justicia y la Reconciliación, de la Hermandad Musulmana, en el que muchos analistas habían depositado sus fichas, así como al también musulmán Partido Al Watan.
Pero a pesar del resultado positivo para la AFN, las fuerzas islamistas todavía pueden ganar terreno cuando se haga el recuento en los próximos días los 120 asientos destinados a candidatos independientes.
Jibril se acercó a sus oponentes y llamó a formar una coalición nacional. A pesar de que el gran muftí (jurisconsulto musulmán) Sadkik Al Ghariani emitió una «fatwa» (edicto religioso) contra la AFN, así como otra alertando a los libios sobre votar a secularistas, el Partido de la Justicia y la Reconciliación estaría considerando la oferta de Jibril.
El ex primer ministro parece contar con el respeto tanto de antiguos partidarios de Gadafi como de aquellos que pelearon contra él. «Jibril está bien educado y tiene experiencia internacional. Es el mejor hombre para liderar a Libia en este momento», nos dijo el maestro Majdi Shatawi, de 29 años, exsimpatizante de Gadafi y convencido de que la revolución fue un error.
En el otro extremo del espectro político, Khaled Hamsha, un policía de 21 años que lleva muletas por haber recibido una bala en una pierna al luchar contra Gadafi, también cree que la AFN es la mejor opción. «Jibril es un hombre de negocios inteligente. Es honesto y tiene experiencia política. Dio gran parte de su propio dinero a los revolucionarios para ayudar a derrocar a Gadafi, aun cuando él fue parte de su gobierno», afirma.
Jibril se graduó en economía y ciencias políticas en la Universidad de El Cairo en 1975, y obtuvo una maestría en 1980 y un doctorado en 1985 en la estadounidense Universidad de Pittsburgh, donde ha enseñado planificación estratégica durante varios años.
Desde 2007 y hasta comienzos de 2011 integró el gobierno de Gadafi como presidente del Consejo de Planificación Nacional y de la Junta Nacional de Desarrollo Económico, pero se pasó al lado rebelde durante la guerra civil y fue designado primer ministro del Consejo Nacional de Transición.
Para algunos, su pasado lo convierte en el candidato ideal para unir puentes entre los bandos de la sangrienta revolución, pero otros lo consideran un oportunista. Algunos informes de la prensa local señalan que exmiembros de las filas rebeldes planean celebrar reuniones en toda Libia para protestar contra Jibril, al que acusan de «robar su revolución».
El excombatiente rebelde Suheil al Lagi dice que muchos de los antiguos militantes de la revolución no estaban satisfechos con Jibril ni con el Consejo Nacional de Transición. «No dimos nuestras vidas y nuestra sangre para ser gobernados por los líderes corruptos y codiciosos que tenemos ahora. Si las cosas continúan así, nos veremos obligados a tomar las armas otra vez», alerta.
Los excombatientes acusan al gobierno de nepotismo y de reservar puestos diplomáticos y públicos para colaboradores. Jibril también tiene la oposición de federalistas que desean una mayor autonomía del este del país.
Los federalistas han estado detrás de una ola de violentos ataques contra oficinas y propiedades del gobierno en las últimas semanas. Un helicóptero fue derribado, oficinas electorales han sido incendiadas y varios pozos de petróleo siniestrados.
Las fuerzas de seguridad libias tienen poco poder frente a las milicias, que aún controlan varias partes del país, tienen más armas y se movilizan más rápidamente.