La familia de Iyad, de 19 años, se exilió desde Palestina en 1948 tras la creación del estado de Israel y huyó al campamento de Yarmuk, en Damasco, donde se estableció. Pero la violencia y la represión gubernamental desarraigaron una vez más a su comunidad. El joven ahora se encuentra huyendo de Siria, pero su seguridad en Líbano no está garantizada.
Iyad llegó a Líbano en diciembre con la intención de viajar a Libia y, desde allí, hacer el peligroso viaje a la isla italiana de Lampedusa. Sin embargo, en junio sus planes se frustraron cuando las fuerzas de seguridad libanesas lo detuvieron, junto a 48 jóvenes palestinos más, cuando intentaban abandonar el país por el aeropuerto de Rafiq Hariri, en Beirut.
Después de unas 10 horas de investigación, los funcionarios decidieron deportar a los jóvenes de regreso a Siria, ya que no tenían los documentos necesarios. Así, las autoridades libanesas incumplían una política anterior de no devolver a ningún refugiado que huyera del derramamiento de sangre en el vecino país.
Con las nuevas restricciones, los palestinos de Siria no pueden ingresar a Líbano salvo que tengan la autorización de la Seguridad General Libanesa. Mientras, las autoridades sirias no otorgan permisos para que ningún palestino parta hacia territorio libanés sin el consentimiento previo de la embajada libanesa.
Los guardias fronterizos tienen la facultad de devolver a los palestinos sin consultar con las autoridades en Beirut. Atrapados en un laberinto kafkiano, cada vez más palestinos se ven obligados a pasar la frontera de forma clandestina, poniéndose en la posición cada vez más vulnerable de vivir en Líbano sin los documentos necesarios.
La organización de derechos humanos Human Rights Watch ha advertido de que el gobierno libanés viola el principio internacional de «no devolución», que prohíbe a los Estados devolver a los solicitantes de asilo o refugiados a un lugar donde su vida o libertad corran riesgo.
«No hay manera de que pueda regresar a Siria, en lo absoluto. Soy mayor de edad y sé que me pondrán en el ejército y me harán portar armas y matar. No voy a hacerlo. No voy a disparar un arma de fuego en una pelea que no es mía», afirmó Iyad, quien desde entonces ha vuelto a Líbano.
Mahmoud estaba en el grupo junto a Iyad, pero ahora teme que las autoridades sirias lo atrapen si cruza de nuevo la frontera a Siria. No tiene muchas opciones, pero asegura que hará «lo imposible» por no volver al territorio sirio.
«Sé que los servicios de seguridad sirios me buscan y todos sabemos lo que sucede una vez que vas a parar a uno de esos lugares, es un billete de ida. Ni siquiera le entregan los cuerpos a la familia. Solo les dicen que su hijo murió de una enfermedad y que ellos se quedan con el cadáver», nos dijo.
«Si empiezan a deportar a nuestros jóvenes... sabemos muy bien que su destino es la cárcel o la muerte. Necesitamos una respuesta a la cuestión de los refugiados palestinos que huyen de Siria, sobre todo porque la única ventana que tenían era Líbano», dice el monitor local de derechos humanos, Alaa al Sahli.
El gobierno libanés tiene el derecho de defender sus fronteras y la enorme afluencia de refugiados genera una enorme presión sobre Líbano, pero los palestinos desesperados por seguridad se preguntan por qué son castigados.
El gobierno libanés aseguró a la agencia de la Organización de las Naciones Unidas encargada de los refugiados palestinos en Medio Oriente que las restricciones son provisionales, pero no hay indicios de un cambio de rumbo. Decenas de familias palestinas han quedado separadas con el cambio de reglas.
Hará un año que Nour llegó al Líbano con su familia, pero con sus ahorros casi agotados y sin un fin de los combates a la vista en Siria decidieron emigrar como refugiados a Europa.
Nour pidió prestados el equivalente de 400 dólares para volver a Siria con su pequeña hija para tramitar los documentos que la familia necesitaría para viajar a Europa. Era demasiado caro viajar con su marido y sus tres hijos restantes, así que se quedaron en Líbano.
Tras concluir todos los trámites, Nour y si hija pretendieron volver al territorio libanés pero las autoridades les negaron el ingreso.
«No sé lo que pasó. No tiene sentido. Mi marido y mis hijos están en Líbano, y yo estoy aquí con mi hija. El guardia me dijo que no puedo pasar y que el resto de la familia tendrá que volver a Siria si queremos estar juntos. ¿Pero qué es lo que esperan que hagamos? ¿Vivir en las calles para pasar hambre y padecer la guerra y la muerte?», se pregunta.
Un informe publicado el 1 de julio por Amnistía Internacional ilustraba la desesperada situación de las familias que han quedado separadas en su intento de llegar a Líbano.
La organización de derechos humanos señala que halló evidencias de una política para negarles a los refugiados palestinos de Siria la entrada a Líbano, sin importar si cumplen con los nuevos requisitos de entrada.
Esa evidencia incluye un documento filtrado, al parecer de los servicios de seguridad, que ordena a las compañías aéreas que utilizan el principal aeropuerto de Beirut no transportar a Líbano a viajeros que sean refugiados palestinos de Siria, independientemente de sus documentos.
«Las autoridades libanesas deben poner fin inmediatamente a las políticas abiertamente discriminatorias hacia los refugiados palestinos que llegan de Siria», declaró Sherif Elsayed Ali, encargado de derechos de los migrantes y refugiados en Amnistía Internacional.
«Aunque la afluencia de refugiados ha generado una enorme presión sobre los recursos libaneses, no hay excusas para el abandono de los refugiados palestinos que buscan la seguridad en Líbano», añadió.
Los refugiados palestinos en Líbano siempre han sufrido marginación y a menudo son utilizados como chivos expiatorios, sobre todo desde el papel que desempeñaron en la guerra civil libanesa (1975-1990). Ahora que la región siente la tensión del conflicto en Siria, una vez más son castigados por una guerra de la que no tienen culpa.