Los comicios gallegos se habían presentado como un test para las políticas de austeridad de Mariano Rajoy. La prueba se ha superado con creces, al revalidar la mayoría absoluta el candidato del PP, Alberto Nuñez Feijóo, incluso ganando tres escaños sobre las anteriores elecciones.
Rajoy consigue un balón de oxígeno en varios frentes. En política interior, aunque Galicia es un tradicional feudo popular, confirma que un amplio sector de la población aguanta bien el tirón de los recortes con el convencimiento de que la austeridad es la única acción posible para conseguir un posterior crecimiento económico. Pero además el presidente del gobierno, con este resultado, se reafirma en su partido como líder capaz de gestionar una crisis que ha superado las peores previsiones. La secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, ha dicho que los ciudadanos «han premiado y reconocido una forma de gobernar que equilibra las cuentas públicas y una forma de gobernar sobre realidades. En Galicia querían un Gobierno responsable».
De cara a Europa, estos dos factores son básicos para la fiabilidad de Rajoy a la hora de dar garantías para cumplir el durísimo programa de ajustes y reformas al que se ha comprometido con Bruselas y despeja uno de los grandes obstáculos, no confesados por el PP, para tomar una decisión a la hora de pedir el rescate europeo.
No puede cantar victoria el PP en el País Vasco, y no tanto por la pérdida de tres escaños en las elecciones de este domingo, sino por la barrida nacionalista. El PNV y la izquierda separatista de EH Bildu han conseguido 48 de los 75 escaños del parlamento vasco. Una mayoría soberanista incuestionable, aunque no definida a la hora de gobernar en Vitoria. El ganador de los comicios, el nacionalista Íñigo Urkullu, habló de la necesidad de acuerdos en su primer mensaje tras conocer los resultados, pero la gran incógnita es si el acuerdo será con la izquierda abertzale o se optará por los socialistas.
En cualquier caso, para los soberanistas, la UE es el punto de encuentro. Al eslogan independentista de «Cataluña, nuevo Estado de Europa», se suma ahora el mensaje lanzado tras los comicios vascos por la candidata de EH Bildu, Laura Mintegi, cuando llamaba a crear «una Euskadi libre en Europa».
En Bruselas, de momento, no quieren pronunciarse sobre movimientos independentistas en Europa. Cuando desde la Comisión Europea se acentúa el mensaje de que los Estados cedan soberanía y Barroso habla de una Unión Europea próxima al federalismo, los separatismos suponen un chasquido que rompe toda la filosofía europeísta.