Las protestas que desde hace doce jornadas se celebran en las calles de Rumanía y especialmente en la plaza de la Universidad de Bucarest ya han cortado una cabeza en el gobierno, la del ministro de Asuntos Exteriores, Teodor Baconschi, que se refirió de forma despectiva a quienes se manifiestan en las plazas. El mensaje ha sido calificado como una «bomba» por medios nacionales como Jurnalul National, que en su portada de este martes lanza un claro mensaje a la población: «Desteaptăte Romăne din somnul», en español, «Despertad, rumanos y rumanas, del sueño», con la imagen del primer ministro Emil Boc y su sombra, Traian Basescu, presidente de Rumanía desde 2004 y líder del Partido Democrático Liberal (PDL). Las protestas se centran por el momento en la caída del gobierno actual del PDL, la disolución del Parlamento y la dimisión de Basescu y la celebración de comicios electorales anticipados, con la esperanza de provocar un cambio profundo de dinámica y mentalidad en la clase política del país.
El movimiento surgido con las protestas vivirá este miércoles una jornada clave, ya que la Corte Constitucional anunciará el fallo que podría dar nuevo impulso o echar atrás por completo una ley promovida por el gobierno para unificar en una sola jornada las elecciones europeas, regionales y presidenciales. Desde el epicentro de las manifestaciones, la plaza Universitatii de Bucarest, reclaman que esta ley no solo facilitaría las maniobras de corrupción, sino que supondría una enorme confusión en el momento del voto, además de una más que probable artillería de propaganda, durante la campaña.
También el lunes se suspendió la iniciativa del gobierno de establecer un impuesto de matriculación a los automóviles viejos, de antes del 1 de enero de 2007, otra pequeña victoria, quizá, para la plaza de la Universidad.
Las protestas, que no dejan de estar en completa sintonía con movimientos como el Occupy Wall Street o el 15M, vieron su comienzo el pasado 12 de enero en la pequeña ciudad de Tirgu Mures, que contagió al resto de ciudades rumanas la necesidad de salir a las calles. Como ya informó Euroxpress la gota que colmó la paciencia fue el impulso de una ley que abría la veda a la privatización de servicios sanitarios, como el de ambulancias (SMURD), lo que provocó la dimisión de su fundador, el palestino y secretario de estado para Sanidad, Arad Arafat, una figura muy estimada y bien valorada entre la ciudadanía, que finalmente volvió al Gobierno tras ver el apoyo generado.
«La privatización no es la solución cuando hay más pobreza»
Durante las protestas se escuchan cánticos como «Queremos hospitales, no catedrales», ya que la agresiva reducción de un 25 por ciento a los salarios del funcionariado público el año pasado ha hecho mella en sectores como Educación y Sanidad. Eugene, psiquiatra desde hace diez años e "indignado", defiende que «la privatización de la medicina no es la solución, especialmente cuando cada vez hay gente más pobre». Se queja de que la comunidad médica nunca ha recibido una «llamada» para debatir sobre las necesidades del sector médico. «El régimen actual saca adelante leyes de carácter dictatorial, que durante los últimos dos años rozan el límite con la violación de los Derechos Humanos», dice Eugene, quien advierte de otro peligro: «Desde el comienzo de la crisis veo que mis pacientes tienen que lidiar con muchas condiciones difíciles, se ponen enfermos... Este no es el camino».
«No nos representan»
«A pesar de que solo venimos aquí una media de mil personas diarias el número ya es muy importante porque nunca ha pasado nada igual en los últimos veinte años», explica Tudorina,de 32 años y Licenciada en Ciencias Políticas, y actualmente traductora de español. Sujeta con fuerza un cartel con las caras de tres mujeres, la de Elena Udrea, ministra de Desarrollo en el gobierno, Roberta Anastase, presidenta del Congreso y la de Elena Basescu, eurodiputada e hija del actual presidente: «Las tres son marionetas del presidente. No nos representan y no actúan por nuestros intereses», señala. «La representación de mujeres en el gobierno está en torno al nueve por ciento, al nivel de los países árabes y muy lejos de una representación igualitaria», añade.
Con números y letras reivindica que las políticas y medidas de austeridad del gobierno «afectan mucho más a las mujeres ya que sus principales ámbitos de trabajo son Educación y Sanidad». En 2009, el gobierno rumano, impulsó entre otras medidas la eliminación de más de 100.000 puestos públicos -un 7,5 por ciento de la administración-, tras negociar un préstamo del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Unión Europea y otros prestamistas. «Las mujeres son más vulnerables porque al final deben acarrear con el recorte de ayudas sociales en familias monoparentales o al prescindir de ayudas para personas con discapacidad. Ellas se ocupan de ese trabajo».
«Esto es Occupy, esto es Indignados»
A pesar de las bajas temperaturas, que casi nunca superan los cero grados, las concentraciones se han mantenido y la cantidad y diversidad de personas que protestan aumenta al finalizar la jornada laboral, sobre las siete de la tarde, en la plaza Universitatii, dividida por el bulevar Nicolae Bălcescu. Claudiu Craciun, lector de la Facultad de Ciencias Políticas, sujeta a menudo el megáfono para unificar las proclamas entre el sector estudiantil y muchas personas le ven como un líder, a pesar de que él insiste en la horizontalidad de esta recién nacida oposición social. Algunas voces anónimas comienzan a intentar organizarse para preservar la continuidad del movimiento, como hicieron en su momento grandes colectivos como el del 15M español, y ya hay una página en Facebook para seguir la actualidad de 'Indignații din Romani'.
Un periodista local, Costi Rogozanu, asegura que esto «es Indignados, es Occupy, la revolución impone líderes pero aquí no los hay, es un tímido comienzo, pero ya es un principio». Explica que la poca difusión de las protestas en medios internacionales se debe a la falta de corresponsales en Europa del Este: «Aquí no ha pasado nada en los últimos años, y además, los medios están olvidando su función social».
Las protestas en Universitatii han sido pacíficas prácticamente todo el tiempo, con la excepción del pasado domingo 15 de enero, cuando se vivió una noche de enfrentamientos entre grupos violentos y un enorme dispositivo policial de 2000 efectivos, saldándose la jornada con más de 200 personas detenidas y 60 heridas en las calles de la capital. Desde entonces las llamadas a la «No violencia» se repiten constantemente y no ha vuelto a producirse ningún incidente de gravedad.
«Vivimos una dictadura del capitalismo»
«Antes vivíamos una dictadura del comunismo, pero ahora vivimos una dictadura del capitalismo», expresa un manifestante. La mayoría no duda en considerar el actual régimen como una dictadura, aunque sea de forma simbólica, pero una de las principales denuncias es contra la corrupción y la arrogancia de la clase política rumana. «Nuestra política es una mafia», afirma Radu, de 26 años, Licenciado en Económicas. La agencia Transparency International calificó con una muy baja nota a Rumanía en su último informe sobre el Índice de Percepción de Corrupción, que situaba al país en el puesto 75 de 182 con una nota de 3.6 -del 1 al 10-, por detrás de países como Ghana o Túnez. «Aunque tuviéramos observadores internacionales en nuestras elecciones, necesitaríamos cientos de ellos», asegura Radu, que hace referencia a anteriores comicios donde ya se denunciaron ilegalidades como turismo electoral, duplicidad y pérdida de votos.
La oposición pide la dimisión del gobierno
Por su parte, y un paso por detrás de las protestas, la oposición liderada por la Unión Social Liberal [una alianza entre el Partido Nacional, el Partido Demócrata Húngaro y el Partido Conservador] ha pedido en el Parlamento rumano la dimisión del gobierno, el presidente y la disolución del Parlamento. Los líderes de la alianza han expresado que la solución es un «cambio radical» en las instituciones gubernamentales. Aprovechando las quejas de la ciudadanía, que no se ha alzado en ningún momento en favor de ningún partido ni tiene previsto hacerlo, el Partido Nacional lanzó una convocatoria la semana pasada que reunió, según las fuerzas policiales, a unas 7000 personas en el Arco del Triunfo de la capital, en una marcha alternativa a las protestas en el centro de Bucarest. El primer ministro Boc, además de pedir disculpas por «la torpeza verbal» de su colega Baconschi, expresó ayer en el Parlamento que «la gente tiene una queja justificada contra las medidas de austeridad, pero también está descontenta con la política que se ha hecho en los últimos veinte años y eso es responsabilidad de todos».
Tras acceder en 2009 a un crédito de 20.000 millones de euros del Fondo Monetario Internacional (FMI), el gobierno rumano ha congelado las pensiones, rebajado los salarios públicos un 25%, recortado los ayudas sociales y subido el IVA del 19 al 24 por ciento, para cumplir sus compromisos macroeconómicos con la institución. El FMI y agencias de evaluación como Moody's han aplaudido repetidamente la disciplina presupuestaria aplicada por Bucarest, que, sin embargo ha afectado duramente, al contribuyente de a pie.