Emilio Godoy
Los países que propugnan el desarme nuclear han llegado al momento en el que deben comenzar a plantear negociaciones formales para eliminar esas armas, algo que podría suceder a finales de año en Austria. Es lo que se deduce de la conclusión de la Segunda Conferencia sobre el Impacto Humanitario de las Armas Nucleares, que se ha celebrado en el centro turístico mexicano de Nuevo Vallarta al que han asistido delegados de 146 Estados y de más de 100 organizaciones no gubernamentales de todo el mundo.
Al concentrarse en denunciar los efectos humanitarios de la posesión y uso de arsenales nucleares, los asistentes han lanzado un poderoso mensaje a favor de la supresión y veto de esas ojivas, unas 19.000, que se encuentran en poder de China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, India, Israel, Pakistán y Rusia.
«Es un paso hacia la hoja de ruta para conseguir la prohibición, y asumo que de la tercera conferencia saldrá esa hoja de ruta. Ya hemos dejado claro ante las potencias nucleares que no debe haber armas», dice el japonés Hirotsugu Terasaki, vicepresidente de la organización budista y pacifista Soka Gakkai International.
Se trata de «crear el ambiente para la abolición», porque el proceso se debe a que las potencias nucleares «defienden la no proliferación de los arsenales, pero mantienen los suyos», añade Terasaki en Nuevo Vallarta.
El gobierno de Austria anunció este jueves que hospedará la tercera reunión a finales de este año, de modo que preceda a la Conferencia de Revisión del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) en 2015, el mayor instrumento internacional vinculante para limitar el armamento atómico y cuya marcha se halla estancada desde hace 15 años.
El proceso «está listo para dar los siguientes pasos y para la transición» hacia «un instrumento internacional vinculante para la eliminación» de las armas nucleares, nos dijo el mexicano Héctor Guerra, coordinador para América Latina y el Caribe de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas inglesas), a la que pertenecen 350 organizaciones de 81 países.
Es deseable que participe «toda la comunidad internacional», pero si las potencias atómicas se ausentan «no hay problema», dijo Guerra. A su juicio, el nuevo tratado «sentaría una normativa internacional» que «facilitaría la deslegitimación de las armas en las negociaciones internacionales».
Como ocurrió en la conferencia de Oslo en 2013, las cinco potencias nucleares autorizadas por el TNP (Estados Unidos, China, Francia, Gran Bretaña y Rusia) no han asistido a Nuevo Vallarta.
Sí estuvo presente Pakistán, que, como Israel e India, no ha firmado el TNP, que tiene actualmente 146 Estados partes.
Desde el encuentro en Oslo, el movimiento abolicionista ha abierto espacio para la denuncia de los impactos humanitarios. En mayo de 2013 el comité preparatorio de la conferencia de revisión del TNP destacó esa perspectiva, al igual que lo hizo la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), meses más tarde en Nueva York.
En Nuevo Vallarta se exhibieron también las secuelas de la impericia humana y los fallos tecnológicas en el mantenimiento y gestión de las ojivas, reveladas en detalle por el periodista Eric Schlosser en su libro «Command and Control».
«Muchas veces las armas se han utilizado más por errores de cálculo y equivocaciones», nos dice la británica Patricia Lewis, directora de investigación en seguridad internacional de la no gubernamental Chatham House, con sede en Londres.
«La probabilidad es mayor de lo que sabemos y tenemos que considerar lo que no sabemos. La situación actual es muy arriesgada», agrega.
Lewis presentó los hallazgos de una investigación en la que, junto con su equipo, revisó incidentes nucleares en pruebas, ejercicios militares y alertas por amenazas potenciales, ocurridos entre 1962 y 2013, en los que estuvieron involucrados Estados Unidos, la desaparecida Unión Soviética, Gran Bretaña, Francia, Israel, India y Pakistán.
La investigación descubrió, por ejemplo, laxitud en la seguridad física y operativa a todos los niveles en las prácticas de la fuerza aérea estadounidense.
Mientras no se eliminen las ojivas, Lewis recomienda la abstención de ejercicios militares a gran escala en momentos de alta tensión política, y reducir la celeridad con la que se emiten alertas de amenaza de ataques.
Terasaki concluye que «las armas nucleares han convertido a la humanidad en su rehén».
Para Guerra, la abolición no debe sobrepasar el año 2020. «Se están dando las condiciones políticas para pasar a las negociaciones», que deberían llevarse a cabo en el marco de la ONU, observa.