Viudas cariocas
En medio de la variedad cromática de la manifestación interétnica, un grupo de mujeres llama la atención por sus vestidos y gafas negras. Lloran desconsoladamente sobre un ataúd cerrado donde hace poco agonizó el muerto que todas comparten. ¿Quién murió? les preguntamos. «La política ambiental», responden a coro.
Son empleadas del gobierno de Brasil que decidieron con humor negro expresar su repudio por una muerte que, como agravante, consideran violenta. «El asesino ha sido el poder económico, esa fórmula de desarrollo que Brasil y otros países aplican a costa del medio ambiente, y que ha destruido la política ambiental, las poblaciones tradicionales, los bosques, la pesca artesanal», dice una de ellas.
Grito de guerra contra mercaderes de la naturaleza
La ciudad gris con edificios altos y pocos árboles contrasta con los atuendos, plumajes y pinturas coloridas de un grupo de indígenas del norteño estado de Acre. Pero si no se detiene la devastación de su medio, la selva amazónica, no faltará mucho para que el paisaje urbano desolador tome posesión de sus tierras. «El gobierno brasileño quiere vender nuestra naturaleza y tierras, nuestra floresta. Está acabando con los ríos, los animales, con el pueblo de la selva», dice el indígena Jaminawá Junikuin.
Los nativos presentaron en la Cumbre de los Pueblos el documento «El Acre que los mercaderes de la naturaleza esconden», una denuncia contra la destrucción ambiental en ese estado brasileño.
Un tanque que mata el hambre
Un tanque cubierto de panes avanza amenazante entre los manifestantes. Pero su cañón tiene un blanco altruista: matar el hambre en el mundo.
El «tanque de pan» es la alegoría escogida por la Campaña por el Desarme, un movimiento apoyado por la organización no gubernamental World Future Council, que fue mostrado en la «favela» de Santa Marta, también forma parte de la marcha que busca mostrar la importancia de invertir en alimentos y no en armas. «Todo el dinero invertido por los gobiernos en guerras podría destinarse a alimentos y a combatir el hambre», dice Paulo Otaviano.
La carrera de los nativos xavante
Una veintena de indígenas xavante corría en sentido contrario a la marcha cargando troncos bajo sus brazos, y asustando a algunos transeúntes desprevenidos. Pero mayor es el temor que tienen esos nativos del estado de Mato Grosso cuandol ver desaparecer sus bosques a un ritmo más vertiginoso que su tradicional «carrera de troncos».
Uno de los ancianos de la aldea Marãiwatsédé, Luiz Tero, denuncia que los hacendados están «robando sus tierras». Francisco Tererico, más joven, explica que los hacendados han llevado enfermedades, como la diarrea, y plantan soja donde ellos plantaban maíz, entre otros cultivos que son la base de su alimentación.
Detrás de los indígenas que bailan y entonan cánticos, una torre gigante y llena de espejos, la Manhattan Tower, sede de grandes empresas, se muestra como la fantasía ilusoria de un mundo nuevo.