El proyecto «Liderazgo de las mujeres para la paz y la seguridad en el Cuerno de África» ha reunido a 40 mujeres representantes de la sociedad civil de 8 países (Yibuti, Eritrea, Etiopía, Somalia, Somaliland, Sudán, Sudán del Sur y Uganda) para desarrollar políticas de diálogo y toma de decisiones en los procesos de paz. El proyecto ha sido presentado ante la delegación de la UE en Addis Abeba y en la sede del Club de Madrid, en España. Unas recomendaciones que se enmarcan en la quincena de la lucha contra la violencia de género.
Las 40 mujeres que participan en este proyecto son líderes en sus países e incluye a investigadoras, abogadas, periodistas, activistas por los derechos humanos y profesoras. Después de tres años de trabajos, en el que han recibido asesoramiento de varios miembros del Club de Madrid, se han recogido una serie de recomendaciones para que los gobiernos de la zona y los organismos internacionales tengan una base con la que trabajar.
Según María Elena Agüero, secretaria adjunta de esta organización, los mayores problemas que tienen estos países arrancan de largos años de guerra que han quedado patentes en «las infructuosas negociaciones entre Sudán del Sur y Sudán, la situación humanitaria para las y los refugiados en Sudán del Sur, la fragilidad de la paz en Darfur, las tensiones actuales en la frontera de Etiopía y Eritrea, la presencia del grupo insurgente Al Shabab en Uganda, la intimidación y acoso a mujeres activistas y la falta de representación de mujeres en posiciones de liderazgo político».
Para Agüero la alianza regional G40 de mujeres, se ha convertido en una plataforma especializada en temas de mujeres paz y seguridad, enfocando esta problemática hacia la seguridad humana con perspectiva de género. «Entendemos que las democracias son fallidas si excluyen a la mitad de su ciudadanía y no cuenta con líderes que representen los intereses estratégicos de las mujeres y sus necesidades específicas y diferenciadas».
Para el G40, la población de esta región, donde perviven áreas de inseguridad propensas a situaciones de conflicto, se ve seriamente afectada por el impacto de la violencia y la inestabilidad política. A pesar de los esfuerzos realizados para tener en cuenta la participación equilibrada de hombres y mujeres, no se han alcanzado todavía los estándares pro-equidad internacionalmente acordados, en instrumentos tales como la Resolución del Consejo de Seguridad 1325. Las agendas de reconstrucción de paz han sido incompletas y frágiles a la hora de incluir a mujeres y hombres, así como atender las necesidades e intereses de ambos.