Son pequeñas y no les damos importancia, sirven para redondear las cuentas pero solo nos acordamos de eso cuando pueden desaparecer, como ahora, y todo el mundo cae en la cuenta de que el redondeo será al alza.
Después de consultar a las asociaciones empresariales, de consumidores, tesorerías y bancos centrales ha llegado el momento de discutirlo con los Estados miembros y tomar una decisión. La Comisión europea plantea cuatro escenarios:
Dejarlo como está: se siguen emitiendo las monedas como hasta ahora y se asume el gasto.
Se abaratan los costes: se continúa emitiendo las monedas de 1 y 2 céntimos pero se cambia la composición del material con el que se fabrican y se hace más eficiente el proceso de fabricación de forma que no salgan más caras que su valor nominal.
Se deja de fabricarlas y se retira rápidamente las que están en circulación a través de minoristas y bancos. Desde el primer día se aplican las reglas del redondeo y las monedas dejan de ser de curso legal.
Se retiran pero poco a poco. No se emitirían más monedas, se aplicarían las reglas del redondeo, pero las monedas circulantes seguirían siendo de curso legal y se podría seguir utilizándolas. Como no se fabricarían más irían desapareciendo poco a poco.
Los Estados miembros y la Comisión Europea deben tener en cuenta no solo las perdidas actuales sino una posible reacción negativa por parte de los ciudadanos hacia el redondeo.
Las monedas las emiten los países, pero el Consejo europeo es el que armoniza las denominaciones, las especificaciones técnicas y los valores nominales que están establecidos por un Reglamento, que deberá ser modificado para cualquier cambio que se haga en las monedas.