Un tribunal francés ha dado la razón al príncipe William y a su esposa Kate en la batalla legal que iniciaron para evitar nuevas publicaciones de las fotografías que muestran a la duquesa de Cambridge tomando el sol en topless.
La orden judicial estipula que la revista Closer, que publicó las imágenes la semana pasada, no puede volver a publicar ni distribuir las imágenes, y debe entregar a la familia real británica todos las fotografías de las vacaciones de la duquesa que obren en su poder en las próximas 24 horas. La editorial Mondadori, dirigida por la hija de Berlusconi, propietaria de Closer y Chi, ha defendido su decisión de publicarlas en nombre de la libertad editorial.
Hace pocas semanas la família real británica, que se encuentra en uno de sus momentos más «felices» con el jubileo de la reina y los Juegos Olímpicos, denunciaba también la publicación de unas fotos colgadas en internet del príncipe Harry «en un momento de disfrute íntimo» en Canadá. Quizá la «family» esté participando en el lanzamiento de un nuevo curso de enseñanza de inglés básico. Epi y Blas ya tienen como dar lecciones prácticas de «ass and tit» «culo y teta en spanish».
A Kate y su marido Guillermo de Cambridge solo les interesa que les veamos lo bien que se lo pasan en su «tourné» por Asia y a Harry retando a Usain Bolt en Jamaica. Pero lo cierto es que tienen vida íntima... y por lo que vemos, aunque no se pueda publicar, muy intensa. Esta semana también era noticia Beatriz, hija del príncipe Andrés de Inglaterra, tercer hijo de la reina Isabel. La joven ha escalado el Mont-Blanc, para una causa benéfica, ayudar a la organización Big Chance, fundada por la princesa y sus amigos para ayudar a gente joven. Ha estado acompañada por el multimillonario Richard Branson y sus dos hijos, Holly y Sam, Isabella Calthorpe, Sam Richardson y Philip Nevin. Todos consiguieron alcanzar la cima de 4.810 metros.
No son los únicos miembros de las casas reales que son noticia
En España los príncipes de Asturias, herederos de la corona, celebraban el inicio del curso escolar, llevaban a sus hijas al cole... privado, y celebraban el 40 aniversario de la princesa Letizia, con fotos que aunque etiquetadas como «momentos familiares», eran un posado con retoque incluido. No sólo eso sino que la família real española ha abierto sus puertas «internáuticas» al mundo. De momento no están otras fotos más polémicas del rey cazando o de su yerno Iñaki Urdangarín, acusado de corrupción.
Hablando del inicio del curso escolar, hay que hablar de la princesa Laurentinne Brinkhorst de Holanda, que hace unos días presentaba un informe de la fundación que preside, sobre el aumento del analfabetismo en Europa. La família real holandesa, también era noticia porque algunos medios de comunicación apuntan a que la reina Beatriz podría estar planteándose la difícil decisión de desconectar a su hijo Johan Friso, en coma profundo desde hace unos seis meses. Johan, sufrió un accidente cuando esquiaba en los Alpes, permaneció más de 20 minutos enterrado en la nieve y tras media hora de intentar reanimarlo fue trasladado a un hospital inglés, donde permanece en estado vegetativo.
Esta semana la princesa Marta Luisa de Noruega era portada de una revista del corazón, explicando lo bien que vive en Londres con su marido y sus hijas, donde se han trasladado para que las niñas asistan a una escuela inglesa. Esta no es la causa de la depresión de su padre Harld V de Noruega, sino la muerte de su hermana mayor, la princesa Ragnhild.
A la familia real noruega y la del principado de Mónaco, les une esta semana la desaparición de alguno de sus seres queridos. En Mónaco se ha recordado la muerte de su princesa más querida, Grace Kelly, fallecida hace 30 años en un accidente de tráfico, nunca aclarado del todo.
Los príncipes de Mónaco y su prole han ocupado un lugar de honor en el papel couché durante décadas y todavía no lo han perdido. Ahora parece que las monarquías europeas también quieren tener su parcela en la prensa, ya sea abriendo portadas o cerrando las contraportadas de los diarios... serios o sensacionalistas. El problema está en la dificultad de separar la vida privada de la pública.