Hasta el momento, las tecnologías de fractura hidráulica (fracking, en inglés) que han alterado el mercado mundial de petróleo y gas se han utilizado más que nada en América del Norte y, en menor medida, Europa. Pero como la producción de gas de Estados Unidos se ha expandido exponencialmente en los últimos años, países de todo el mundo han comenzado a analizar si se pueden lucrar con este nuevo enfoque de la energía.
Según un cálculo publicado en 2013 por la Administración de Información de Energía de Estados Unidos, el 90 por ciento del gas de esquisto (de roca de pizarra) se encontraría fuera de este país. «Es probable que haya una revolución» lucrativa, asegura Maria van der Hoeven, directora de la Agencia Internacional de Energía, con sede en París.
Pero según el estudio publicado por Amigos de la Tierra Europa, solo Brasil ha reforzado su marco regulatorio en previsión de esta expansión. Y de los 11 países analizados, la mayoría está haciendo lo contrario.
«Bajo la presión de la industria de los combustibles fósiles, que tiene mucho dinero y promete empleo e inversión, varios gobiernos han comenzado comenzado ya a suavizar su legislación ambiental, alterar sus regímenes fiscales y poner en marcha procesos de concesión de licencias de minería y producción favorables a la industria, con el fin de atraer a los inversores extranjeros», señala el informe.
«Con frecuencia, esto sucede a expensas del interés público», añade.
En términos de producción, esta sigue siendo una industria naciente. No obstante, ni los gobiernos ni las empresas parecen haber tomado precauciones para protegerse de las complejidades que surgirán de este proceso, incluidas las posibles tensiones sociales, ambientales y políticas.
«La industria intenta cambiar la legislación en aquellos lugares donde quiere operar, para tratar de repetir tanto como sea posible las políticas favorables que hemos visto en la política energética de Estados Unidos», afirma el coautor del nuevo informe, Antoine Simon, de Amigos de la Tierra Europa.
«La clave aquí es asegurarse de que los marcos jurídicos sean tan favorables para la industria como sea posible. Esa es la primera fase de esta estrategia mundial, y lo estamos viendo en cada país que estudiamos», observa.
Sin garantías
Fuera de América del Norte y Europa, Argentina ha sido el país que más avanzó en el desarrollo del gas de esquisto, y ofrece un ejemplo clave de iniciativa legislativa. Así, Argentina adoptó una norma que garantiza un precio mínimo al gas de fractura hidráulica que es un 250 por ciento superior a la valoración anterior, una garantía contra los precios bajos que afectan actualmente a la producción de gas en Estados Unidos.
La norma es conocida en Argentina como el «decreto Chevron», una reveladora referencia a la compañía petrolera estadounidense, según Simon. El día después de su promulgación, la principal empresa de gas y petróleo argentina, YPF, firmó un acuerdo de producción a largo plazo con Chevron.
Otros países han aplicado políticas fiscales favorables a los inversores. Marruecos, por ejemplo, eximirá de impuestos a los productores de petróleo y gas durante la primera década de actividades, mientras que Rusia ha adoptado medidas similares para la producción de petróleo en los próximos 15 años.
Pero la falta de protecciones ambientales o sociales en la mayoría de los países conlleva diversos riesgos, según Amigos de la Tierra Europa. Por ejemplo, la fractura hidráulica exige grandes cantidades de agua, de hasta 26 millones de litros en cada sitio de perforación.
El nuevo informe revela que una proporción significativa de las reservas de gas de esquisto en todo el mundo se encuentran en áreas con escasez de agua y hasta violencia relacionada con la misma. Del mismo modo, muchas de estas cuencas de esquisto están debajo de grandes acuíferos transfronterizos. Incluso antes de que los gobiernos aborden estas cuestiones, la industria del petróleo y el gas podría presionar para fijar la política sobre el uso de agua dulce, una cuestión sumamente polémica.
Junto a la inquietud por el impacto local de la explotación del gas de esquisto está la falta de claridad con respecto a la medida en que los países en desarrollo podrían beneficiarse con los nuevos ingresos procedentes del gas. Hasta el momento, solo Brasil ha abordado este tema específicamente.
«En nuestra investigación, Brasil ha sido la única excepción en cuanto a la aprobación de legislación que asegure la obtención de ingresos significativos. Eso no parece estar ocurriendo en otros países, donde en su lugar vemos... que ofrecen ayudas estatales para atraer a los inversores», señala Simon.
El activista sugiere que este tema aún no se ha enfrentado a la oposición consolidada de la sociedad civil. Sin embargo, grupos activistas apuntan a una tendencia creciente de comprensión y movilización internacional en torno al fracking.
«A medida que más y más estudios confirman los riesgos de contaminación del aire y del agua, el aumento de la actividad sísmica y los efectos del cambio climático a raíz de la fractura hidráulica, más personas se oponen a este proceso destructivo», explica Wenonah Hauter, directora de Food & Water Watch, una organización de Estados Unidos.
«El movimiento para prohibir la fractura hidráulica llevó a que cientos de comunidades locales tomaran medidas para detenerla, a que varios estados y países instituyeran la suspensión de la misma, y el movimiento sigue creciendo», asegura.
Food & Water Watch informa que Francia y Bulgaria han prohibido la fracturación hidráulica, mientras que cientos de comunidades locales han aprobado suspensiones de esa práctica, como en Argentina, España y Holanda.
El papel del gobierno de Estados Unidos
La fractura hidráulica se inventó en Estados Unidos, y en la actualidad Washington tiene un papel central en la promoción de estas técnicas en todo el mundo.
El informe halló que en casi todos los países estudiados el desarrollo del gas de esquisto está «estrechamente vinculado» a una agencia del gobierno estadounidense, el Programa de Obtención Técnica No Convencional del Gas (UGTEP).
En la órbita del Departamento de Estado estadounidense, la UGTEP ofrece desde 2010 una gran variedad de asistencia técnica en torno a la explotación de gas. Sus detractores aseguran que la agencia fomenta la fractura hidráulica bajo el disfraz de la diplomacia estadounidense.
«La UGTEP utiliza los canales oficiales del gobierno y el dinero de los contribuyentes estadounidenses para promover... la fractura hidráulica... en todo el mundo, abriéndole la puerta a los principales actores mundiales de la industria del petróleo y gas», advierte Amigos de la Tierra Europa en su informe.