Una delegación de iglesias de Alemania, Corea del Sur, Estados Unidos, Holanda, Japón, Noruega y Pakistán visitará en peregrinación las dos ciudades japonesas aniquiladas por los ataques aéreos de Estados Unidos del 6 y 9 de agosto de 1945.
La visita encuentra a la generación de supervivientes ya octogenaria que va desapareciendo, observa Peter Prove, director de la Comisión de Iglesias para Asuntos Internacionales del CMI. «Pero ellos son los verdaderos testigos, aquellos que podrían certificar sobre el efecto que dejan las armas atómicas en las personas, y creo que necesitamos captar ese momento y amplificarlo», dijo.
La obispa Mary-Ann Swenson, de la Iglesia Metodista Unida de Estados Unidos, ratifica que «iremos a Hiroshima y Nagasaki a rememorar el horror de la bomba atómica». «Cuando nos congreguemos en sitios devastados por la más letal de las armas, hace 70 años, estaremos conscientes de que 40 gobiernos todavía confían en las armas nucleares», asegura Swenson, quien encabezará la peregrinación.
La religiosa estadounidense precisó que «son nueve los estados que poseen arsenales nucleares y otros 31 están dispuestos a que Estados Unidos use las armas nucleares en su beneficio».
Prove nos explica que los miembros de la delegación fueron escogidos con criterio estratégico. «Provienen de países que son potencias nucleares, sean históricos que se remontan a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), como Estados Unidos, o más recientes, como el caso de Pakistán, ajeno al Tratado sobre la No Proliferación de Armas Nucleares (TNP)», dijo.
Las demás delegaciones proceden del grupo de 31 países mencionado por Swenson. «Son los denominados 'estados del paraguas nuclear' que carecen de armas nucleares pero se protegen, si puedo usar ese término, bajo otras potencias nucleares, Estados Unidos en este caso específico», abundó Prove.
El objetivo de la peregrinación es que los líderes de las siete Iglesias vivan la experiencia del significativo septuagésimo aniversario y se reúnan con los «hibakushas», como se llama a los supervivientes del bombardeo atómico.
De regreso en sus países, la misión será que «transmitan el mensaje del impacto humano a los propios gobiernos y a sus comunidades, con la intención de sostener los argumentos en favor de la prohibición legal de las armas nucleares», resumió Prove.
Los representantes de las iglesias cristianas tendrán que hacer notar la existencia de «un vacío legal, pues todas las otras grandes categorías de armas de destrucción masiva tienen una prohibición legal, lo que no ocurre con las armas nucleares», prosiguió.
«Las iglesias son buenas redes de contactos para hacer eso, en sus propias comunidades y con relación a los gobiernos, en muchos países», aseguró el directivo del CMI, cuya sede central está en Ginebra y que constituye la mayor organización del movimiento ecuménico mundial.
La delegación del CMI sostendrá encuentros con los hibakushas y con otras personalidades religiosas y sociales de Japón durante el programa de ceremonias de recordación del 60 del aniversario, que tendrá sus actos centrales el 6 de agosto, en Hiroshima, y el 9, en Nagasaki.
El ataque atómico estadounidense causó en Hiroshima unas 66.000 muertes y dejo 69.000 heridos, para un total de 135.000 víctimas aproximadas. En Nagasaki hubo 64.000 víctimas, de las cuales 39.000 personas resultaron muertas y otras 25.000 heridas.
Con relación a la segunda fase de la misión religiosa a Japón, que consistirá en propiciar la prohibición nuclear en el resto del mundo, Prove resaltó que la fortaleza del CMI reside principalmente en su red de iglesias adheridas, «mucho más que en su Secretaria General de Ginebra».
«Nosotros representamos a una cuarta parte de la cristiandad global, unas 500 millones de personas en 120 países. Por tanto, la actividad real de la segunda fase será el alcance con que esos líderes y sus iglesias podrán hacer el seguimiento del tema ante sus propios gobiernos», adelantó el experto.
«Habrá variaciones entre los países pues es obvio que un líder de la iglesia de Noruega tendrá potencialmente mucha más influencia ante su gobierno que, digamos, el líder de la iglesia de Pakistán con respecto a su gobierno», reconoció Prove.
La misión pacifista del CMI se explica porque la institución ecuménica nació precisamente como producto de la posguerra de la Segunda Guerra Mundial y del choque por las atrocidades de destrucción que dejo la conflagración, explicó.
Por tanto, «el CMI es una reacción al genocidio, al Holocausto, es una reacción a los bombardeos atómicos y es una reacción a la guerra global y al conflicto en general», agregó.
En el ámbito del desarme nuclear, «el CMI ha tenido un compromiso de largo término, de trabajo con la sociedad civil en aras de la eliminación de las armas nucleares», insistió.
El responsable internacional del CMI sostuvo que la falta de éxitos en ese proyecto de desarme refleja en realidad «la disfuncionalidad de la arquitectura institucional de estos procesos».
Como ejemplo citó la forma en que se precipitó el colapso de la principal negociación de desarme nuclear, la conferencia internacional de revisión del TNP, que se realizó entre el 27 de abril y el 22 de mayo en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York.
«Los mecanismos de control y de eliminación de armas nucleares no funcionan porque están en manos de aquellos estados interesados en el mantenimiento de las armas nucleares», dijo Prove.
El CMI apoya a la mayoría de 113 estados firmantes del Compromiso Humanitario que demanda la prohibición legal de las armas nucleares.
«Alentamos un proceso de negociación por la prohibición legal y tenemos esperanzas en que esa mayoría de estados ejerza esa superioridad en ese proceso».