La Fundación para la Democracia y el Desarrollo Sostenible lanzará su «Manifiesto por el cambio» en marzo de 2013. El documento hace un llamamiento a los ciudadanos y líderes de todo el mundo a buscar vías para que las democracias aseguren igualdad y un ambiente saludable para todos.
¿Qué es primero, la democracia o el desarrollo?
Halina Ward.- Hay un intenso debate precisamente sobre esa cuestión, algunos gobiernos más autoritarios afirman que primero se debe garantizar el crecimiento económico y luego la democracia. Desde nuestra perspectiva, en cierto sentido, no es un tema relevante.
Nuestra preocupación es el desarrollo sostenible, y no el crecimiento económico por sí solo. Y, en realidad, el manifiesto tampoco procura predicar la «democratización». Si se parte de una perspectiva de desarrollo sostenible, que incluya ideas de equidad y protección ambiental, así como de crecimiento económico, la democracia es inseparable.
Una de las cosas positivas que surgieron de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20) fue el reconocimiento de que la democracia es, sencillamente, esencial para el desarrollo sostenible.
Creemos que la democracia en sí necesita también desarrollo sostenible, porque la insostenibilidad y la inequidad, cuando por ejemplo no se erradica la extrema pobreza, pueden crear tensiones en el sistema democrático.
La democracia y el desarrollo sostenible son todavía esquivos en África. ¿Qué diferencia hará el manifiesto en ese continente?
HW.- Trabajamos sobre la idea de que la gente, los grupos de la sociedad civil y los representantes electos pueden llegar a compromisos para lograr un cambio en la práctica democrática.
Hemos adoptado la idea de crear un «efecto de propagación» con el lanzamiento del manifiesto y los posteriores procesos de experimentación e innovación. Esperamos que el manifiesto sea un recurso útil para las personas y las organizaciones en todo el mundo.
Pero sospecho que los lectores africanos del manifiesto encontrarán que hay mucho por hacer para adaptarlo a las múltiples realidades y variados sistemas democráticos de ese continente. También debo subrayar que hemos recibido menos aportaciones de los ciudadanos de África que de otras partes del mundo en el proceso de consultas.
Deseamos que el manifiesto tenga resonancia mundial, pero también reconocemos que tanto el documento como el proceso de experimentación e innovación asociado a él tienen que evolucionar con el tiempo. Estaremos encantados, por ejemplo, si el manifiesto deriva en una iniciativa para desarrollar una serie más específica de principios y acciones para una variedad de ¿Puede la democracia proveer desarrollo sostenible?contextos africanos. Se trata de catalizar a movimientos organizados para el cambio, en vez de simplemente difundir «nuestro» manifiesto por el mundo.
¿Por qué un manifiesto para el cambio?
HW.- Porque queremos traducir nuestros primeros tres años de asociación, análisis y activismo en la Fundación en el borrador de un plan de acción. Las soluciones a las tensiones entre la democracia y el desarrollo sostenible existen. Estamos convencidos de ello, y están siendo puestas en práctica.
Lo que necesitamos es un documento inspirador que genere un efecto propagador y permita que esas soluciones se difundan por todos lados. Esperamos que el manifiesto se convierta en un catalizador para el cambio, como lo han hecho otros textos en el pasado.
¿En qué se concentrará el manifiesto?
HW.- Presentará una visión amplia de cómo puede funcionar una democracia cuando está equipada de forma adecuada para asegurar un desarrollo sostenible, hará una lista de principios apuntalando esa visión y a su vez sugerirá innovaciones para implementar esos principios. Será un documento corto, de dos o tres páginas, con un tono positivo y constructivo que esperamos asegure su éxito.
¿Puede la democracia proveer desarrollo sostenible?
HW.- En este momento, la democracia tiene el potencial de asegurar un desarrollo sostenible, pero de hecho no lo hace. Las democracias por lo general apuntan a intereses de corto plazo sobre la base de los ciclos electorales, con un enfoque desproporcionado en el crecimiento económico y con un insuficiente entendimiento de los compromisos que implica ser una democracia directa, representativa y deliberativa.
Para empeorar las cosas, algunas democracias ni siquiera aseguran los derechos básicos. Violan los derechos humanos fundamentales, no proveen un acceso adecuado a la información ni garantizan la justicia, y muestran poco respeto al imperio de la ley.