El próximo 1 de febrero, el alemán Bernard Bochardt se pondrá al frente de EULEX, que así se llama la misión de la UE en Kosovo, con una zona del país viviendo una delicada tensión con la minoría serbia, sin que prosperen las conversaciones de Belgrado con su antigua región y sin haber conseguido eliminar la corrupción y el crimen organizado de la nueva república declarada independiente unilateralmente.
Brochardt resumía sus prioridades en «el apoyo de las medidas que resulten del diálogo político entre Belgrado y Pristina. Segundo, nuestro trabajo sobre el terreno de lo que llamamos fortalecimiento, es decir, el asesoramiento técnico en la parte kosovar y ayudar a implementar un Estado de Derecho en el norte de Kosovo».
El jefe saliente de la misión, Xavier Bout de Marnhac, ha defendido su gestión al señalar que la libertad de movimientos para jueces y fiscales de la UE ha mejorado y que ahora EULEX trabaja con jueces locales. Su sustituto exhibió como resultados las casi cuatrocientas sentencias dictadas por los jueces de EULEX y los cuarenta mil casos de propiedad resueltos. «Unas impresionantes estadísticas», dijo Borchardt.
Lo cierto es que el Tribunal de Cuentas Europeo emitió un informe el pasado octubre, en que denunciaba que la asistencia de la UE en Kosovo no estaba siendo suficientemente eficaz, en la colaboración policial y judicial.
A esto se suman las quejas del ministro alemán de Defensa, thomas de Maiziere, quien llegó a decir que la misión estaba «en un camino equivocado» y pidió una remodelación completa, desde su perspectiva de principal contribuyente económico.
Tampoco la población de Kosovo observa mejoras en la seguridad y el Estado de Derecho, hasta el punto de que la UE ha llevado a cabo una campaña publicitaria en el país para dar a conocer sus actividades.
El dispositivo de EULEX consta de 2.250 miembros. La UE ha gastado allí más de 600 millones de euros entre 2007 y 2011 y tiene un presupuesto de 111 millones anuales para 2012 y 2013.