Más de 50 manifestantes han muerto y otros 400 han resultado heridos en Egipto en el marco del levantamiento militar, y la crisis se profundiza.
Las Fuerzas Armadas y de seguridad egipcias están provistas de un amplio arsenal, en su mayoría de fabricación estadounidense, que incluye aviones y helicópteros de combate, barcos de guerra, misiles y equipos antidisturbios como vehículos blindados, rifles, ametralladoras, balas de goma, pistolas y granadas de gas lacrimógeno.
Egipto se abasteció de prácticamente todas estas armas a través de donaciones estadounidenses no reembolsables desde que firmó en 1978 los acuerdos de paz de Camp David con Israel, auspiciados por Estados Unidos.
Como segundo mayor beneficiario de ayuda estadounidense después de Israel, Egipto recibe unos 1.500 millones de dólares anuales tanto en asistencia económica como militar, de los cuales 1.300 millones están destinados las Fuerzas Armadas, con 440.000 efectivos.
La analista militar Nicole Auger, dedicada a asuntos de Oriente Medio y África en la organización Forecast International, líder en inteligencia de defensa, dice que Estados Unidos es «de lejos el mayor proveedor (de armas) a Egipto».
La experta señala que alrededor del 35 por ciento de la ayuda que reciben las Fuerzas Armadas egipcias de parte de Washington es para comprar nuevas armas estadounidenses. Otro 30 por ciento se destina al mantenimiento de diversos equipos, también de fabricación estadounidense, un 20 por ciento a diversos programas en marcha y un 15 por ciento para actualizar equipamiento.
Egipto también puede recibir equipos excedentes de Estados Unidos gracias al programa Artículos de Defensa en Exceso, en su mayoría gratuitamente, señala.
Además, Egipto recibe donaciones de entre 1,3 millones y 1,9 millones de dólares anuales a través del programa estadounidense Educación y Entrenamiento Militar Internacional, más 250 millones de dólares en asistencia económica.
Según cifras divulgadas por el Servicio de Investigación del Congreso estadounidense, Egipto recibió armas por unos 11.800 millones de dólares de Washington en el periodo 2004-2011, más 900 millones de China y Rusia y 700 millones de Europa.
Aunque hay unanimidad en cuanto a que el levantamiento castrense en Egipto es un golpe de Estado, el gobierno de Barack Obama rehúye esa calificación, arguyendo que los militares responden a las demandas de la población civil.
En una columna de opinión publicada este lunes en el periódico The New York Times, Khaled M. Abou El Fadl, profesor de derecho de la Universidad de California, señala: «Al expulsar a un presidente impopular, el ejército egipcio reafirma una tradición despótica en Medio Oriente: los jefes militares deciden lo que el país necesita».
Según las actuales leyes estadounidenses, Washington tiene la obligación de suspender cualquier tipo de ayuda a un país en el que los militares hayan tomado el poder y derrocado a un gobierno democráticamente electo, como ocurrió en años previos en Fiyi, Costa de Marfil y la República Centroafricana.
Luego de unas elecciones nacionales, Mohammad Morsi, del Partido Libertad y Justicia, brazo político de la Hermandad Musulmana, asumió como presidente democráticamente electo de Egipto en junio de 2012.
Hasta ahora, Washington se ha negado a suspender la asistencia a El Cairo, confiando en que la puede utilizar para influir en la restauración de un gobierno civil.
El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, dijo a los periodistas el lunes: «Vamos a examinar y seguir de cerca esto, y a tomar el tiempo necesario para adoptar una decisión que sea coherente con nuestros objetivos e intereses de seguridad nacional». Y añadió «Pero no creemos que esté entre nuestros intereses tomar una decisión precipitada sobre cambiar nuestro programa de asistencia» a El Cairo.
No obstante, varios legisladores, incluyendo a los senadores John McCain, del opositor Partido Republicano, y Patrick Leahy, del gobernante Partido Demócrata, llamaron a una suspensión de la ayuda a Egipto hasta que se restaure la democracia.
Antes de los acuerdos de Camp David, Egipto era un gran beneficiario de armas de la hoy desaparecida Unión Soviética, gracias al Tratado de Amistad y Cooperación con Moscú. Entonces también se construyó la represa de Asuán, una gran inversión económica con asistencia soviética.
Pero tras Camp David, Egipto abandonó su lealtad política y militar a la Unión Soviética y se colocó bajo la protección de Estados Unidos.