«Venga a contar los muertos conmigo», le decía en un telegrama la alcaldesa de Lampedusa al primer ministro Enrico Letta. Todavía quedan muchos cuerpos por contar. Hasta ahora se han rescatado vivas unas 150 personas, se han recuperado del mar unos 130 cuerpos y se teme que el balance final de muertos llegue a los 300. Es la mayor tragedia sucedida a inmigrantes en los últimos diez años. El Mediterráneo se está convirtiendo en un mar de muerte.
La barcaza que llevaba a bordo a unas 500 personas se hundió cerca de la isla de los Conejos a 550 metros de Lampedusa, el mar tiene en ese lugar una profundidad de 30 a 40 metros. En Lampedusa la alcaldesa ve con desesperación como se acumulan los cuerpos de mujeres, niños y hombres. «Aquí ya no hay lugar ni para los vivos ni para los muertos» ha dicho.
La mayoría de los inmigrantes provienen de Eritrea y de Somalia y zarparon desde el puerto de Misurata en Libia. Hicieron fuego en el barco para llamar la atención de los pescadores, los teléfonos móviles no tenían cobertura y al menos con tres pesqueros habían pasado de largo sin prestarles auxilio.
Los primeros pescadores que acudieron en ayuda de los náufragos vieron un «mar de cabezas», los inmigrantes estaban cubiertos por el aceite del barco y se resbalaban de las manos de los que intentaban sacarlos del agua.
Un médico de la isla, Pietro Bartolo, acostumbrado a ver llegar inmigrantes y ayudarles ha dicho que nunca había visto una tragedia semejante. «Lo peor ha sido ver los cuerpos de los niños. No tenían ninguna posibilidad de escape (...) No se necesita mucho tiempo para morir con el oleaje y el frío».
Desde hace un meses las autoridades de la isla solicitan ayuda a Italia y a la Unión Europea. Porque no es un problema solamente italiano, es de toda Europa como ha dicho el papa Francisco quien al conocer la noticia exclamó «da vergüenza».
El vicepresidente y ministro de Interior de Italia, Angelino Alfano, que se desplazó a Lampedusa ha instado a la UE a ayudar a Italia a hacer frente a la llegada de inmigrantes, tras recalcar que se trata de «un drama europeo, no sólo italiano». En lo que va de año, han llegado a las costas del sur italiano más de 25.000 inmigrantes, casi tres veces más que en todo 2012.
Alfano ha señalado que hablará por teléfono con el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso. La ministra para la Integración, la congoleña Cecile Kyenge, ha dicho que no es el momento de echar las culpas a nadie, sino de pedir a los países de la UE que «cada uno asuma su parte».
Conferencia de alto nivel de la ONU sobre inmigración y desarrollo
Mientras la tragedia tenía lugar en el Mediterráneo en Nueva York la ONU inauguraba una conferencia de alto nivel sobre inmigración y desarrollo. «Podríamos haber evitado estas muertes», ha dicho el Relator Especial de la ONU para la protección de los migrantes, François Crépeau, quien ha culpado a la «criminalización de la inmigración ilegal» que solo con «medidas represivas es probable que cause estas tragedias».
Ha insistido en que con el bloqueo de las fronteras, los países europeos están «empoderando» a los traficantes de seres humanos y desatando una «paranoia» impulsada por los políticos. En dramas como el de Lampedusa -ha dicho- «los gobiernos deben asumir su parte de responsabilidad».
Por su parte la comisaria de Interior de la UE, Cecilia Malmström, que está en la Asamblea de la ONU, ha dicho en un comunicado que «Tenemos que ser mejores en la identificación y rescate de los buques en peligro. También tenemos que intensificar nuestros esfuerzos para combatir a las redes criminales que explotan la desesperación humana».
Ha añadido que «tenemos que seguir abordando este fenómeno a través de la cooperación y el diálogo con los países de origen y tránsito y abrir nuevos canales para la migración legal».
Malmström, ha hecho un llamamiento «a los Estados Miembros a que participen más en el reasentamiento de las personas necesitadas de protección internacional. Esto demostraría un compromiso mayor y muy necesario en la solidaridad y reparto de la responsabilidad y ayudaría a reducir el número de personas que ponen en riesgo sus vidas con la esperanza de llegar a las costas europeas.»