La Casa Real española ha viajado hasta Lisboa, donde ha sido recibida con honores militares por las máximas autoridades lusas, encabezadas por el presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva, el primer ministro, Pedro Passo Coelho, y la presidenta de la Asamblea, Assunção Esteves. La estancia apenas durará unas horas, en una agenda cargada de actos, firmas y discursos. Les acompaña el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo.
Es el segundo viaje al extranjero de Felipe y de Letizia como reyes, tras el realizado al Vaticano el pasado 30 de junio, donde se encontraron con el papa Francisco. Este desplazamiento forma parte de un conjunto de visitas de presentación de los reyes por los países vecinos, que completan Marruecos, Francia y Bélgica. La elección de Portugal no es casual, ya que las relaciones de la monarquía española con el país vecino siempre han sido muy estrechas. Es la sexta ocasión en la que Felipe y Letizia visitan la capital lusa de manera oficial; la vez anterior fue en mayo de 2012, entonces como príncipes de Asturias.
En esta ocasión ha sido el propio Cavaco Silva quien, en su felicitación oficial por la coronación de Felipe VI, invitó a los nuevos monarcas a visitar el país, expresando que España y Portugal mantienen «lazos especiales de amistad». Precisamente fue durante una visita del presidente portugués a España en 2006 cuando se anunció oficialmente el segundo embarazo de la ahora reina Letizia.
Las relaciones más recientes entre la monarquía española y la República Portuguesa se remontan a la infancia del rey Juan Carlos I, que pasó sus primeros años en tierras lusas, convirtiendo posteriormente a Portugal en uno de sus destinos más frecuentados. En el episodio de las tragedias, fue precisamente a las afueras de la capital lusa, en Estoril, donde se produjo la muerte de Alfonso de Borbón, el hermano del rey. Según relatan los historiadores, ambos adolescentes jugaban solos con una pistola aparentemente descargada cuando Alfonso recibió un disparo mortal.
Encuentros y desencuentros entre dos países vecinos
Más allá de la Casa Real, la geografía ha puesto en bandeja las relaciones entre ambos Estados, tanto desde el punto de vista histórico, como cultural y económico. No siempre fueron ni son buenas, pero sí estrechas. Y es que, los 600 kilómetros que separan Lisboa y Madrid son más o menos largos según la coyuntura histórica y el signo político a ambos lados de la frontera.
Actividades tan pasionales como el fútbol e infraestructuras clave como el tren de alta velocidad resumen los vaivenes de dos países que se debaten entre dos extremos: la construcción de Iberia como proyecto que unifica ambas opciones y la separación radical de dos países que compartan fronteras pero viven de espaldas.
Fue Mourinho, el actual entrenador del Chelsea inglés y otrora entrenador del Real Madrid, cuando en su etapa al frente del banquillo blanco 'justificó' los ataques de parte de la hinchada como producto de su pasaporte, llegando incluso a insinuar que los portugueses no eran bienvenidos en España. Y del deporte a la literatura, donde uno de los más conocidos exponentes de la opción ibérica fue el premio Nobel José Saramago.
Lejos de ser trasnochada, la opción de Iberia es por ejemplo actualmente defendida por el Movimiento Partido Ibérico, que aspira a convertirse en opción política a ambos lados. Entre su programa político se cuela la creación de un Banco Central Ibérico que encabezaría la creación de una comunidad económica de Iberia de cerca de 58 millones de habitantes.
Entre la población, la opción ibérica la defiende el 46,1 por ciento de los portugueses y el 39,8 por ciento de los españoles, según el último Barómetro de Opinión Hispano-Luso, elaborado por el Centro de Análisis Sociales de la Universidad de Salamanca con el apoyo del Instituto Universitario de Lisboa. De hecho, España y Portugal ya caminaron como un solo país entre los siglos XVI y XVII, bajo los mandatos de Felipe II, Felipe III y Felipe IV.
El debate para volver a unir ambos Estados está sobre la mesa desde el siglo XIX, aunque sólo de vez en cuando se rescata con más o menos alcance y polémica. La última la protagoniza el tren de alta velocidad. La historia surge en 2003, cuando los entonces presidentes José María Aznar y José Durão Barroso firmaron un acuerdo para unir ambas capitales, Madrid y Lisboa, en menos de tres horas. La iniciativa se estancó poco después y así sigue, paralizada por la falta de recursos con la crisis y porque los actuales presidentes, Mariano Rajoy y Passos Coelho, no lo consideran una prioridad.