Poroshenko, un multimillonario que hizo fortuna con la venta de chocolates, obtuvo una resonante victoria el domingo 25 con más del 57 por ciento de los votos, en las primeras elecciones presidenciales tras las protestas que derrocaron a su predecesor, Viktor Yanukovich, en febrero.
Poroshenko llega al cargo con Ucrania en crisis. Parte de su territorio, Crimea, fue anexado por Rusia, los separatistas se levantaron en armas en el este del país, la economía está al borde del colapso y numerosos activistas y manifestantes que encabezaron el movimiento Maidan – que le allanó el camino al nuevo gobierno – sienten ira y confusión por muchas cosas que pasaron después de las protestas.
Si bien la mayoría de los ucranianos coincide en que la primera prioridad del presidente es la unificación del país y el cese del conflicto en el este, agregan que Poroshenko no debe ignorar los demás obstáculos que enfrenta Ucrania.
«Conseguir algo de estabilidad en el país es importante, pero una vez que el presidente lo haya logrado, como ciudadano ucraniano espero que mi país se desarrolle como una sociedad libre que le brinde oportunidades a las personas trabajadoras y honestas», señala el maestro Yury Shevtsov, de 32 años, en Kiev.
Antes de las protestas de Maidan –el nombre de la plaza de Kiev donde se congregaban los manifestantes-, muchos ucranianos sentían que la corrupción aquejaba sistemáticamente a instituciones como la presidencia, el parlamento, la función pública, el poder judicial y la policía. El nepotismo y el amiguismo se percibían como algo común.
El historial de derechos humanos del país era cuestionable, dado que la brutalidad policial y la persecución de las minorías eran comunes.
Las organizaciones de la sociedad civil, aunque no padecen la clase de intimidación y persecución de sus pares en Rusia o Bielorrusia, se quejan de obstrucción a su trabajo y de falta de cooperación por parte de las autoridades.
La economía se desmorona gradualmente desde la crisis financiera y el nivel de vida sigue cayendo. No obstante, los líderes del país se enriquecen y consolidan su poder.
En su origen, el movimiento de protesta Maidan fue una reacción a la negativa de Yanukovich a firmar el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, un primer paso hacia la integración europea. Pero pronto se convirtió en una protesta más amplia contra el régimen y sus errores.
Los manifestantes exigían el fin de la corrupción y medidas que mejoraran la economía en crisis.
Los analistas ven la victoria sorprendentemente sólida de Poroshenko como un reflejo de la demanda de cambio de los ucranianos, así como su esperanza en un gobierno que se ocupe de los problemas del país, además del apoyo hacia el candidato individual.
Pero también dicen que los ucranianos deben entender que el nuevo presidente por sí solo no podrá llevar a cabo el tipo de cambios que el país necesita.
«Entre las reformas urgentes que deben emprenderse hay cosas como aceptar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para evitar la quiebra, la mejora del clima de negocios para atraer inversiones, reformas y descentralización electorales, reducción de la burocracia y hacer que los subsidios estatales sean transparentes y justificados», nos dice el investigador Balazs Jarabik, de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional en Washington.
«Pero tienen que ser reformas graduales y no radicales que puedan alimentar los conflictos en vez de construir la sociedad. Tiene que haber mucha comunicación, educación y explicaciones para el ucraniano medio. Pero lo más importante es... entender que ni Poroshenko ni la Unión Europea van a hacer el trabajo por ellos. La participación de los ucranianos en las reformas es crucial», agregó.
Algunas organizaciones no gubernamentales ya comenzaron a trabajar con el gobierno interino para ayudar en la redacción de leyes relacionadas con las reformas y aseguran que están viendo importantes progresos. Poroshenko dejó claro que quiere asegurarse de que Ucrania firme el Acuerdo de Asociación con la UE que su predecesor rechazó.
Pero muchos ucranianos están impacientes por ver algún tipo de mejora visible en sus vidas.
«La gente está harta de la incertidumbre y la tensión y sin duda necesitamos un poco de estabilidad en la economía. Es necesario ocuparse con urgencia de la corrupción, por nombrar solo una cosa», dijo Shevtsov.
Sin embargo, los economistas no esperan que los habitantes, muchos de los cuales viven con un salario medio de apenas 200 euros mensuales, experimenten mejoras económicas en un futuro próximo.
«Ucrania se enfrenta a algunos problemas económicos graves en los próximos meses y existe la posibilidad de que la recesión continúe», advierte Vasyl Yurchyshyn, analista económico del centro de estudios Razumkov Centrethink, en esta capital.
«No estoy seguro de que mejore el nivel de vida de nadie en el futuro próximo. Al mismo tiempo creo que el gobierno aplicará reformas que ampliarán las oportunidades de crecimiento y desarrollo. Pero pasará un año más o menos antes de que el ucraniano medio sienta la diferencia», agrega.
La violencia en los distritos orientales probablemente frene el progreso de las reformas.
Aunque para la mayoría de la población la unificación del país y el cese del conflicto con los separatistas sean las principales prioridades de Poroshenko, los analistas dicen que concentrarse únicamente en estos dos problemas podría perjudicar las perspectivas de Ucrania.
«Cuanto más tengan que concentrarse los ucranianos en Rusia, menos tiempo y energía tendrán para construir la nueva Ucrania. La cuestión clave es si la mayoría de los ucranianos querrá construir o luchar», plantea Jarabik.
Sin embargo, muchos creen que la reconstrucción solo podrá comenzar cuando se aborde a los separatistas - o quienes los respaldan en Moscú - y se traiga la paz al estado unificado.
«Es necesario empezar a hablar con Rusia oficialmente...eso traería un poco de esperanza a los ucranianos de que nuestro nuevo líder comenzó a arreglar las cosas», opina Nadezhda Vlassovskaya, un contable de 31 años de Kiev.