La cumbre de la APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico) ha reunido en Honolulu a 21 jefes de estado y de gobierno, entre ellos, China, Rusia, Estados Unidos, Japón y varios países asiáticos y latinoamericanos. Estados Unidos ha dejado clara su apuesta por esa zona.
Lo decía sin ambages su secretaria de Estado, Hillary Clinton, «Necesitamos ser inteligentes y sistemáticos sobre dónde invertimos tiempo y energías para sostener mejor nuestro liderazgo. Uno de los principales objetivos de Estados Unidos en esta década es el de una inversión sustancialmente mayor, tanto estratégica como diplomática, económica y de otros tipos, en la región Asia-Pacífico».
De la importancia que ha adquirido con los años la APEC da una muestra su propio proceso histórico. En 1989 cuando se reunieron en Australia los primeros 12 países se denominó Foro de Cooperación y la mayoría de los asistentes eran ministros de exteriores. 12 años después ya se habla de cumbre, son 24 estados y asisten los presidentes.
Aunque la APEC no tiene un tratado formal, sus decisiones se toman por consenso y sus declaraciones no son vinculantes, lo cierto es que mediante la Alianza Transpacífica que han formado se creará la mayor zona de libre comercio del mundo. Para demostrarlo sólo unas cifras. La economía de los 21 países miembros equivale al 56% de la producción mundial y al 46% del comercio global. De democracia, derechos humanos y pobreza de los 3.000 millones de personas que viven en esa zona ni se habla.
Aunque pueda parecer que hay armonía, las disputas entre los principales actores de esta reunión, son más que patentes. Hace unos días Washington denunciaba a China y Rusia de robo de información tecnológica para desarrollar sus industrias. Tampoco le será mucho más fácil alcanzar acuerdos con sus nuevos «amigos». ¿Cómo va a afrontar problemas como el de Irán, Palestina, Israel, o el control de las materias primas en África?
Para ver que las cosas han cambiado en la APEC, sólo hay que revisar algunos detalles en las hemerotecas de la «foto de familia» de otros años. Recuerdan a Collin Powell cantando, o a Condolezza Rice tocando el piano, o a todos los líderes vestidos con extravagantes camisas. Ahora en la foto aparecen todos trajeados, y tan sólo se menciona algún comentario «chistoso», como el que han intercambiado la primera ministra australiana y el presidente estadounidense, extrañada de que no se hubieran puesto la típica vestimenta hawaiana. Ahora parece que van en serio.
Después de cerrar las guerras en Irak y Afganistán, Europa ya no le sirve a Washington. De hecho a Obama, durante su mandato, no le ha interesado demasiado la Unión Europea. Cuando la UE se retire las orejeras y vea todo el horizonte se dará cuenta de que durante su angustiosa travesía por la tempestad, el mundo habrá cambiado y los líderes tendrán que hacer algo para que no quede como una vieja dama, bien vestida, pero sola en la lejanía de su islote.