En 2008, la MVA-B ya demostró su eficacia con animales, ratones y macacos, ahora se ha probado con 30 voluntarios sanos en los hospitales Clinic de Barcelona y Gregorio Marañón de Madrid, «un número normal para esta clase de pruebas» dice el doctor Felipe García director del equipo del Clinic. De ellos 24 recibieron la vacuna y 6 un placebo.
En estas primeras pruebas con humanos se trataba de determinar por una parte si la vacuna era segura, es decir, si los efectos secundarios no eran excesivos «no ha existido ningún efecto adverso que haya comprometido la salud de los voluntarios» asegura el responsable del equipo del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, Juan Carlos López Bernaldo de Quirós, solamente alguna pequeña reacción en el lugar donde se ha puesto la inyección.
En segundo lugar se trataba de comprobar su eficacia y el resultado según el investigador del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC Mariano Esteban, responsable del desarrollo de la vacuna ha sido inmejorable «MVA-B ha demostrado que es tan potente o mejor que las vacunas actualmente en estudio», tanto en la Unión Europea, Estados Unidos o Asia que es donde más avanzados están aunque los resultados no son muy esperanzadores.
Según los investigadores para que una vacuna se considere verdaderamente efectiva, debe defender el sistema inmunitario del contagio y generar una memoria contra futuros ataques. En el ensayo de la MVA-B, el 85% de los pacientes continuaba inmunizado 32 semanas después de haber sido vacunados. Esto lleva a pensar que la vacuna podría ser efectiva sobre todo contra el subtipo B del virus del VIH más común en toda Europa, América Central, del Sur y Caribe
En octubre comenzarán los ensayos clínicos, que se realizarán también en Madrid y Barcelona, con individuos infectados de SIDA aunque bien controlados y estables, se trata de comprobar si la vacuna es eficaz en los enfermos y así acortar el tratamiento con retrovirales que resulta inaccesible para personas que viven en regiones deprimidas del mundo.
Para que la vacuna pueda comercializarse debe superar todavía las pruebas de futuros ensayos clínicos en fase II y III que son los más caros. Los investigadores confían en que se puedan conseguir acuerdos entre instituciones públicas y privadas que permitan seguir desarrollando la vacuna.