La Unión por el Mediterráneo agoniza

El aplazamiento por segunda vez de la cumbre de la Unión por el Mediterráneo, que debía celebrarse en Barcelona el 21 de noviembre, supone un duro golpe para la incipiente organización. Ni ha conseguido su principal tarea, impulsar la paz en Oriente Próximo; ni los objetivos secundarios de cooperación entre las dos riberas del Mediterráneo.

La copresidencia franco-egipcia y España no hablan de suspensión, sino de aplazamiento ante el actual bloqueo del proceso de paz entre israelíes y palestinos.

Presentación Secretariado UPM en Barcelona, marzo de 2010

«La evidencia de que el actual bloqueo del proceso de paz en Oriente Próximo haría imposible una participación satisfactoria», ha obligado a aplazar por segunda vez la Cumbre de la Unión por el Mediterráneo (UPM), prevista para el 21 de noviembre en Barcelona.

La presidencia franco-egipcia de la UPM y España tuvieron que aplazar la cumbre el pasado junio y ahora otra vez, ante el fracaso de las negociaciones entre palestinos e israelíes, aunque confían en que pueda celebrarse en la capital catalana en los próximos meses.

Sin embargo, todo indica que el proyecto de la UPM agoniza, casi después de nacer y sin haber conseguido ninguna meta. Puesto en marcha en 2008, a raíz del llamado proceso de Barcelona, el presidente francés, Nicolás Sarkozy, tomó las riendas con la misión de crear una dinámica de paz en Oriente Próximo. Además de fomentar las negociaciones entre israelíes y palestinos, se proponía realizar proyectos de cooperación a ambos lados del Mediterráneo para crear una idea de conjunto, por la vía de los hechos, descontaminación, energías alternativas, transporte, etc.

Prácticamente nada se ha conseguido ni en la vía política ni en la vía económica. Tras el lanzamiento en París, con muchas trabas, se consiguió establecer un secretariado permanente con sede en el Palacio de Pedralbes de Barcelona y nombrar un secretario, el jordano Ahmed Masadeh. La presidencia, que asumieron Egipto y Francia, debería ser rotatoria, pero ni siquiera en ese punto se ha llegado a un acuerdo a gusto de todos. La UPM agrupa a 43 países, los 27 de la UE, Turquía, Israel y los países árabes de la cuenca del Mediterráneo.

Si la iniciativa no ha sabido ser todo lo brillante y eficaz que cabía esperar, los acontecimientos no han ayudado. Desde su nacimiento, se han sucedido la ofensiva israelí en Gaza, la negativa de los árabes a aceptar como interlocutor al jefe de la diplomacia israelí, Avigdor Lieberman, el asalto al barco con ayuda humanitaria para Gaza, la reactivación de la construcción en los territorios palestinos...

A esto habría que añadir el desinterés de los países del centro y norte de Europa y las mejores perspectivas que la UE ofrece a Marruecos, Túnez o Jordania con acuerdos de asociación. En Turquía se sospecha de que la UPM quiera ser un sustituto de su adhesión a la Unión.

Las autoridades de Cataluña y Barcelona confiaban en la celebración de la cumbre como escaparate mundial para la ciudad, incluso tanteaban la posibilidad de que asistiera el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, al coincidir las fechas con su visita a Lisboa para participar en las cumbres de la OTAN y de Estados Unidos con la Unión Europea.