Alemania echa un jarro de agua fría sobre las declaraciones de algunos ministros de Economía que celebran decisiones importantes para la unión bancaria en el último Ecofin que ha tenido lugar en Dublín.
Los consejos de la Unión Europea admiten múltiples interpretaciones, por lo menos veintisiete, pero Alemania suele poner los puntos sobre las íes y esta vez lo ha hecho también dejando claro que no se ha movido de sus posiciones: la unión bancaria va a exigir cambios en el Tratado de Lisboa y eso va para largo.
El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schaeuble, lo explicó en la rueda de prensa posterior al consejo informal de ministros de Economía y Finanzas de la UE (Ecofin) celebrado este viernes y sábado en Dublín. Para que se puedan establecer normas comunes que permitan el cierre de bancos con problemas hay que cambiar la legislación europea.
La unión bancaria sólo tiene sentido «si se establecen también reglas para la reestructuración y la resolución de los bancos. Para que eso se haga a nivel europeo, necesitaremos un cambio en el tratado», ha dicho Schaeuble.
La finalidad de la unión bancaria es garantizar que los países con problemas no tengan que afrontarlos ellos solos. Sería un paso fundamental en la política de la UE que ayudaría a estabilizar la moneda única y evitaría que los rescates de los bancos recayeran sobre los contribuyentes.
Alemania, que se ve como la principal pagadora de esas facturas bancarias, no está dispuesta a dar pasos definitivos. No, desde luego, con unas elecciones en el horizonte.
«No seremos capaces de adoptar ninguna medida basándonos en un fundamento jurídico dudoso». «Por eso también es crucial que reforcemos la red de fondos y autoridades nacionales de reestructuración», ha dicho Schaeuble.
Alemania no quiere que la cuestión se le vaya de las manos, así que ha propuesto a los Estados miembros que firmen una declaración política comprometiéndose a que harán los cambios oportunos en el Tratado de Lisboa. Algo que va a llevar mucho tiempo, en primer lugar ponerse de acuerdo y después que algunos Estados miembros lo aprueben en referendos.
Schaeubel ha dejado claro también a sus colegas de finanzas que será necesario un cambio legal para el mecanismo común que se tenga que encargar de los bancos con problemas. Alemania propugna que el país al que pertenezca el banco debería inyectar dinero en la entidad antes de que lo hiciera el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE).
Según el ministro español de Economía, Luis de Guindos, esa cantidad podría ser de un 4,5 por ciento del capital de dichos bancos. «A partir de ahí entraría el mecanismo de estabilidad, con una coparticipación que iría convergiendo por parte del país miembro hacia el 10 por ciento», añadió que el mecanismo de estabilidad «aportaría aproximadamente el 90 por ciento».
A Alemania tampoco le gusta la idea de un fondo de garantía de depósitos conjunto, ya tiene bastante de momento con la supervisión del Banco Central Europeo a los grandes bancos de la zona euro, que comenzará a partir de julio de 2014. En definitiva nada nuevo.