Ya quedó claro en la última reunión del G20 que Europa y Estados Unidos tienen visiones opuestas sobre cómo dejar atrás definitivamente la crisis. Aquí se opta por la restricción del gasto público y allí por seguir dando estímulos que favorezcan el crecimiento y el empleo.
Este lunes, los ministros de Economía del Eurogrupo confirmaban que la disciplina de austeridad que se han impuesto es la correcta. Menos gasto público hasta conseguir estabilizar las finanzas. Hasta ahí, todos de acuerdo. El problema se ha planteado a la hora de dedicir qué hacer con los Estados que incumplan las normas, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE que fija el déficit en el 3% y la deuda pública en el 60% del PIB. «El crecimiento de la UE, el crecimiento de la zona euro en particular, se está acelerando también con esa estrategia de austeridad y de consolidación fiscal y retirada de estímulos», ha dicho la vicepresidenta del gobierno y ministra española de Economía, Elena Salgado.
El planteamiento del presidente estable, Herman Van Rompuy, y el grupo especial de trabajo que dirige sobre esa disciplina presupuestaria común, es aplicar sanciones automáticas a los infractores, que podrían consistir en cortar el acceso a los fondos comunitarios como castigo.
Pero eso ha parecido excesivo a varios socios, entre ellos España. Salgado es partidaria de multas, en su caso, pero nunca de impedir el acceso a los fondos, de los que España todavía es la principal beneficiaria. Según algunas fuentes, la leve mejora económica hace ver el endurecimiento de las medidas desde Bruselas, como una cesión de soberanía.
Sin embargo, el comisario europeo de Economía, Olli Rehn, ha sido muy gráfico para explicar la situación: «Es como en un partido de fútbol: no queremos que los jugadores discutan las reglas del juego cada vez que el árbitro les pita una falta...Por eso, las sanciones deberían ser la consecuencia normal, una consecuencia casi automática, si se violan las reglas».
Obama apuesta por la inversión pública
Y mientras este debate se producía en Bruselas, en Milwakee, Barack Obama celebraba el Día del Trabajo en Estados Unidos con noticia de primera: un plan para reformar las infraestructuras del país, en el que se invertirán 38.800 millones de euros en la mejora de carreteras, aeropuertos y puesta en marcha del tren de alta velocidad. Todo ello con el objetivo declarado de crear puestos de trabajo.
Los últimos informes económicos en Estados Unidos apuntan un riesgo de vuelta a la recesión y las obras públicas serán el incentivo para evitarlo. Obama asegura que con este plan se mejorará la competitividad, se reforzará la innovación y se creará empleo. La cuadratura del círculo está en invertir esos miles de millones a cargo del erario público y mantener el déficit bajo control. euroXpress