El ministro italiano de de exteriores, Giulio Terzi, ha dicho que en Siria «hace mucho tiempo que se ha cruzado la línea roja» y ha advertido de la amenaza de «fuertes desestabilizaciones en los países vecinos». El jefe de la diplomacia italiana ha señalado que «tenemos que concentrarnos en la UE, pero también con un gran esfuerzo en toda la comunidad interancional, para hacer que cesen estas terribles masacres que han alcanzado niveles de violencia inauditos».
La UE ha anunciado una nueva ayuda de 50 millones de euros para apoyar a los desplazados por el conflicto. El ministro exterior británico, William Hague ha insistido en que «las necesidades humanitarias aumentan rápidamente y necesitamos contribuciones adicionales». Su colega belga, Didier Reynders, pide una acción urgente internacional para abrir un pasillo humanitario que permita atender a los heridos
La alta representante de exteriores, Catherine Ashton, ha reconocido que «seguimos estando preocupados». La semana pasada, la jefa de la diplomacia europea, divulgaba una carta en la que explicaba que «había llegado el momento de dar un paso al frente». En Bruselas tienen calaro que «Tarde o temprano, al Asad va a caer y la UE debe estar preparada». Uno de los problemas con los que se ha encontrado Europa hasta ahora es que las relaciones con la oposición siria no han sido, hasta el momento, todo lo fluidas que Europa esperaba, principalmente por la división de los rebeldes.
Los 27 ministros de exteriores, que se reúnen en el exclusivo balneario de Pafos, para redefinir su estrategia diplomática en Siria ante la parálisis de la ONU, y buscan una solución a un conflicto que desde hace 1 año y medio aumenta cada día el número de muertos, heridos y desplazados. La ONU calcula que durante ese tiempo han muerto unas 20.000 personas.