La responsable de la política exterior europea, Catherine Ashton, ha celebrado las elecciones egipcias como un hito, porque «por primera vez en la historia, el pueblo egipcio ha tenido la oportunidad de elegir a un presidente en elecciones reales y competitivas». La UE se volcó en el proceso de primaveras árabes, pero la prioritaria resolución de la crisis económica y un cierto desconcierto sobre el proceso de democratización de esos países rebajaron los ímpetus iniciales.
Ahora, el portavoz de Ashton, Michael Mann, confía en que «la transición democrática continúe dentro de un espíritu positivo y que la transferencia plena hacia un Gobierno civil pueda darse de forma tranquila».
Ante una posible victoria de los Hermanos Musulmanes en la segunda vuelta electoral, la UE ha querido despejar dudas ante quienes piensan que un Egipto islamista es una amenaza. El español Bernardino León, encargado de Bruselas para el seguimiento de las primaveras árabes, asegura que «sea quien sea el ganador, el islamismo va a tener un resultado importante» con un papel destacado en el futuro gobierno.
León cree que «no se puede temer a una opción democrática. No es un movimiento monolítico, con una sola tendencia» sobre el que él ha observado, dice, posiciones más abiertas de las que se atribuyen a los islamistas egipcios. El diplomático español asegura que la UE confía en que Egipto viva una nueva etapa política de pluralismo y consenso y cree que la experiencia de Túnez, con un gobierno de islamistas y partidos laicos, puede ser un ejemplo. El enviado europeo para el sur del Mediterráneo asegura que el cambio es irreversible y el compromiso internacional, fundamental.