La Eurocámara ha resaltado esta semana la importancia de reconocer el genocidio armenia como la vía para «una genuina reconciliación». El próximo 24 de abril se conmemora el centenario de la masacre que acabó con la vida de millón y medio de armenios otomanos asesinados durante la I Guerra Mundial.
Turquía se resiste a llamarlo genocidio, explicando que fue una situación que se produjo en un contexto de guerra, pero el Parlamento Europeo lo califica como genocidio e invita a Ankara a «servirse de alguno de los procesos de reconciliación exitosos entre naciones europeas».
La semana pasada, el Presidente Recep Tayyip Erdogan y el primer ministro de Turquía, Ahmed Davutoglu, asumieron las atrocidades contra los armenios otomanos, pero se resisten a llamarlo genocidio. Las palabras del Papa Francisco en la pasada misa dominical, en la que calificó al genocidio armenio, como el primero del siglo XX, ha ocasionado tensiones diplomáticas que han llevado a Ankara a pedir explicaciones al Vaticano.
Sin embargo, la UE se encuentra enmarañada en el concepto de genocidio. Momentos antes de votar la resolución en el pleno, la vicepresidenta del Ejecutivo comunitario, Kristalina Georgieva, apeló a «no olvidar nunca la terrible realidad que aflige al pueblo de Armenia». «Independientemente de las palabras que usemos para describir esos acontecimientos terribles, no puede haber una negación de su realidad histórica», argumentaba Georgieva al ser preguntada por la cuestión.
La resolución de la Eurocámara, fue tachado de «ridícula» por Ankara, que reprocha a la institución que se inmiscuya en una «postura selectiva y unilateral de los sucesos de 2015» y la acusa de que acciones como estas, son las que «pueden dañar las relaciones entre Turquía y la UE».
Entre los Estados miembros tampoco hay consenso. Algunos países, como Francia, reconocen abiertamente el término, a diferencia de España, que nunca lo ha reconocido hasta ahora. Asimismo, Alemania –el país con una extensa comunidad turca– ha debatido la posibilidad de votar un referéndum sobre el genocidio que nunca salió a la luz por la presión del partido de Angela Merkel, la CDU, y por los problemas que podría desencadenar en sus relaciones con Turquía.