El malhadado edificio Rana Plaza se había construido de forma ilegal sobre un pantano en Sava, un suburbio de Dacca, la capital del país. Allí trabajaban a diario unas 3.000 personas. Tras el derrumbe, fueron rescatadas 2.500, la mayoría con heridas severas y, hoy, la cifra de muertos ha aumentado a 411. Todavía hay 40 cuerpos no identificados.
En paralelo a esta precaria realidad, la otra. Los países occidentales han ofrecido acceso libre de impuestos a las prendas procedentes del país, ventaja que unida a los bajos salarios, ha convertido a Bangladesh en uno de los líderes de las exportaciones mundiales con una industria que alcanza los 14 mil millones de euros al año. El 60% de la ropa que sale de las fábricas de Dacca va a Europa.
Europa, como principal socio comercial de Bangladesh, ha levantado la voz ante esta grave situación.
«La magnitud de este desastre y la presunta criminalidad en torno a la construcción del edificio finalmente se está aclarando para el mundo. Estamos profundamente tristes por la terrible pérdida de vidas. Esta tragedia es todavía más chocante porque continúa una escalada de dramáticos incendios en fábricas de Bangladesh que han matado también a cientos de trabajadores».
Son las palabras que han suscrito este martes la Alta Representante de Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, Catherine Ashton, y el comisario de Comercio, Karel de Gucht, que han asegurado que «la Unión Europea está muy preocupada por las condiciones laborales» de los trabajadores de fábricas en Bangladesh y se han ofrecido a ayudar a las autoridades del país para lograr «los estándares internacionales», incluidas las convenciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
«La UE está considerando actualmente las medidas apropiadas, incluso si fuera necesario, modificando el Sistema Generalizado de Preferencias – incluido en el programa Todo menos Armas - a través del cual Bangladesh tiene libre circulación y está exento de impuestos y de cuotas en el mercado europeo», dijeron Ashton y de Gucht.
Cualquier acción de la UE para modificar el convenio de acceso al mercado sin aranceles ni cuotas firmado entre Europa y Bangladesh, requeriría el acuerdo de todos los Estados miembros, y podría tardar más de un año en ponerse en práctica. El objetivo sería incentivar la gestión responsable de las cadenas de suministro que implican a países en desarrollo.
Las compañías de ropa, responsables subsidiarias
«Al mismo tiempo, seguimos animando a las compañías europeas e internacionales a promover mejores estándares de salud y seguridad en las factorías textiles en Bangladesh en línea con las directrices de la Responsabilidad Social Corporativa reconocidas internacionalmente», han asegurado Catherine Ashton y Karel de Gucht en la nota.
Por su parte, el presidente de la Federación Nacional de Trabajadores del Textil de Bangladesh, Amirul Haque Amin, ha iniciado una petición online para reclamar a marcas como Mango y Primark – cuyas prendas se fabricaban en el edificio derrumbado - «que garanticen la seguridad de los trabajadores y compensen a las víctimas en Bangladesh». La petición ya ha recibido más de 50.000 firmas de apoyo.
Primark, perteneciente al grupo Associated British Foods (ABF), ha anunciado su intención de compensar a las víctimas y los familiares de los fallecidos en el edificio Rana Plaza.
La implicación del empresario español David Mayor, director general del taller textil de la empresa Phantom Tac, ubicada en el edificio derrumbado, sigue sin clarificarse, aunque su socio Aminul Islam y el resto de dueños de empresas establecidas en el edificio ya han sido detenidos en el país.
La UE quiere aumentar la presión diplomática
A Bangladesh, donde crece la ira tras el peor accidente industrial del país, ha llegado hoy una delegación de la Organización Internacional del Trabajo para reunirse con el primer ministro, Sheikh Hasina, y ofrecer su apoyo y conocimientos para prevenir nuevos incidentes de este tipo.
La UE ya había instado a Bangladesh a adherirse a las normas de la OIT en enero, tras dos incendios en otras fábricas, el peor en noviembre pasado, en el que murieron 112 personas. Para la UE fue una llamada de atención y una oportunidad clara para cambiar la situación. «Queremos aumentar la presión diplomática sobre ellos y conseguir que se sienten y discutan el problema con nosotros», dijo entonces un funcionario de la UE enviado a la zona.
Cerca de 4 millones de personas trabajan en la industria textil en Bangladesh, lo que le convierte en el segundo exportador mundial después de China. La industria emplea sobre todo a mujeres que apenas ganan 29 euros al mes.
El primer ministro de Bangladesh ya ha advertido que los dueños de fábricas tendrán que hacerse responsable de sus trabajadores. «Tendrán que asegurarles salarios justos, prestaciones y todos sus derechos, deben cuidar de su seguridad en el trabajo si quieren seguir haciendo negocios aquí», dijo Sheikh Hasina en un foro de discusión.