Ashton ha defendido que la UE en su conjunto sea admitida como una parte del tratado -y no solo los países que la forman de manera individual- ya que la Unión «sigue desempeñando un papel clave en la regulación del comercio internacional de armas». La representante europea ha pedido a los países reticentes a firmar el acuerdo, que lo respalden y que participen de manera constructiva para garantizar la máxima aceptación de este nuevo instrumento internacional, que sea jurídicamente vinculante y «que llega tarde, pero por fin está cerca de alcanzarse».
Para la jefa de la diplomacia europea, «un tratado sobre comercio de armamento fuerte y robusto hará que el comercio de armas sea más responsable y transparente, lo que contribuye a reforzar la paz y la seguridad, la estabilidad regional y el desarrollo social y económico sostenible».
En julio los países que negociaban este tipo de comercio, no llegaron a ningún acuerdo,concrfeto, tras 4 semanas de debates. Aun así los aspectos aprobados suponen, según la UE una «base sólida» sobre la que concluir las negociaciones y ha pedido a los 27 Estados miembros, a alcanzar un acuerdo, en el que se tengan en cuenta los derechos humanos e introduzca «el alcalnce más amplio posible tanto en términos de armas como en el control de las transferencias». Las negociaciones se centrarán en la prevención, combate y eliminación del tráfico ilícito de armas convencionales y de la venta de esos artefactos hacia el mercado ilegal con usos no autorizados.
El mercado de armas clásicas se calcula que mueve unos 70 mil millones de dólares anuales. El 40 por ciento en Estados Unidos. Este país, que produce 6 mil millones de balas al año, quiere exlcuir las municiones del tratado. La UE, de la que Francia es el cuarto exportador mundial, mantiene una posición común desde 2008, se posiciona a favor de un tratado amplio y jurídicamente muy concreto. Según un diplomático europeo, «los industriales europeos están interesados en que otros países se sometan a los mismas condiciones que los países de la UE».
Cada año se fabrican dos balas por persona, muchas acaban en manos de grupos armados y sirven para prolongar conflictos. Un negocio lucrativo que mueve el doble de dinero que la venta de armas. Un mercado que podría seguir incontrolado, si países como Estados Unidos, Siria y Egipto consiguen que sean excluidas finalmente del «Tratado de comercio de armas».
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