La Comisión Europea ha presentado su borrador de presupuesto para 2013 con llamadas a la solidaridad, el esfuerzo y la cohesión en la UE, lo que quiere decir que pide 137.900 millones de euros en contribuciones de los 27 socios comunitarios. El presidente del ejecutivo comunitario, José Manuel Durao Barroso, ha dicho que «Europa necesita complementar los esfuerzos de consolidación fiscal y reformas estructurales con una inversión adecuada y este presupuesto es un presupuesto de inversión».
Se argumenta también que muchos Estados, al aplicar los duros ajustes comprometidos con Bruselas, solo tienen como vía de inversión a la propia UE, a través de los fondos comunitarios. De modo que se promete hacer una mejor utilización. «Es lógico transferir fondos de los programas que no dan resultado hacia ámbitos prioritarios, tales como las pyme, la juventud y el empleo», ha dicho el comisario de Programación Financiera y Presupuesto, Janusz Lewandowski. La CE planea dedicar 62.500 millones de euros, a lo que llama pagos al «crecimiento creador de empleo en Europa», programas de investigación, innovación y competitividad, fondos estructurales y de cohesión y aprendizaje permanente.
El comisario considera legítimo que la ciudadanía se pregunte por qué se solicita más dinero en tiempos de crisis y da una doble respuesta: en 2013 termina el periodo financiero actual en la UE y es cuando se acumulan las facturas sin pagar. Además hay otras facturas que se adeudan, según Lewandowsky, porque los presupuestos de años anteriores fueron excesivamente bajos y no se ha hecho frente a los compromisos adquiridos. Por si no quedaba claro, el funcionario europeo ha dicho que «cuando llega la factura de la luz o del agua, hay que pagarla, aunque se pretenda ahorrar».
Para que no se diga, en Bruselas también dicen que se ajustarán el cinturón: se congela el gasto futuro y el presupuesto administrativo de la Comisión y se reduce su personal en un 1%, como primer paso para llegar a una reducción de plantilla del 5% en 5 años.
El borrador de presupuesto tiene que pasar por el Parlamento y el Consejo, a quienes corresponde su aprobación, y ya se anuncia una fuerte oposición de países como Reino Unido, Alemania, Francia y Holanda, poco dispuestos a rascarse los bolsillos cuando sus gobiernos actúan en política interna en nombre de la crisis. Previendo el temporal, Barroso ya ha pedido a los Estados miembros que muestren responsabilidad en la discusión, eviten «mitos» y «cualquier tipo de prejuicios.»