El gobierno sirio ha desmentido las acusaciones de la oposición al ejército de bombardear la ciudad de Hula durante horas y enviar a las tropas para reprimir una protesta antigubernamental. «Ese no es el sello del heroico ejército de Siria», ha dicho un portavoz del ministerio de Exteriores de Damasco.
La Unión Europea se ha unido a la condena de la ONU y de la Casa Blanca a la masacre. La Alta Representante para la Política Exterior y de Seguridad, Catherine Ashton, señala en un comunicado: «Condeno en los términos más duros este acto atroz perpetrado por el régimen sirio contra su propia población civil, a pesar del alto el fuego acordado y de la presencia de observadores de la ONU».
La responsable diplomática europea insta al gobierno de Al Asad a «cesar de manera inmediata toda forma de violencia» y pide que se ponga en marcha el plan del enviado especial de Naciones Unidas. Kofi Anan tiene previsto viajar este domingo a Siria para evaluar ese plan y en su agenda figuran entrevistas con el presidente del país y con representantes de la oposición.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha denunciado ante el Consejo de Seguridad de la ONU que el régimen que preside Bachar El-Asad sigue empleando armamento pesado contra la población siria, al tiempo que ha sugerido que los últimos atentados terroristas apuntan a la existencia de «grupos terroristas establecidos» en el país.
Pero la retórica de la condena a Siria toca ya el límite. El ministro británico de Exteriores, William Hague, ha declarado que «estamos consultando urgentemente con nuestros aliados para dar una fuerte respuesta internacional». Tras la última matanza, Hague asegura que la prioridad del Reino Unido es que los responsables sean identificados y rindan cuentas.
Según datos de la ONU, desde marzo de 2011 han muerto en Siria más de 10.000 personas, 230.000 han tenido que desplazarse en el interior del país y más de 60.000 han buscado refugio en los países vecinos.