Veinte mil inmigrantes han llegado a la isla de Lampedusa, en Italia, en las últimas semanas procedentes de Túnez y Libia. El caos creado ha desbordado a las autoridades italianas que reclaman asistencia de la UE no sólo económica, pero los Estados miran para otro lado y quieren considerarlo un problema interno. La comisaria de Interior, Cecilia Malström, ha dicho este lunes que «hay que superar del callejón sin salida institucional.»
La solución que estudia es recuperar una directiva de 2001 que prevé acoger a inmigrantes de países en emergencia humanitaria. Es una fórmula de acogida temporal durante un año para los sin papeles que solicitan asilo y que obligaría a los 27 socios comunitarios a participar. Malström lo ha dicho en el Parlamento Europeo, donde ha encontrado el apoyo de los eurodiputados, que han pedido solidaridad al conjunto de la UE, por entender que se trata de un problema de toda la UE.
La comisaria europea piensa no sólo en el problema de Lampedusa, sino en varios miles de ciudadanos de Somalia, Eritrea y Sudán, que han huido de la guerra en Libia y ahora esperan soluciones en las fronteras de Túnez y Egipto, sabiendo que no pueden volver a sus países. Malström confía en la buena voluntad de los socios comunitarios y ha puesto como ejemplo a Suecia, país que ya se ha ofrecido a acoger a 200 inmigrantes.
La propia comisaria y su colega responsable de los países vecinos de la UE, Stefan Fule, visitaron Túnez la semana pasada y se confesaron impresionados del apoyo de la población a los 220.000 refugiados que han huido de Libia desde comenzó el conflicto. Según datos de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados, unas 4.000 personas llegan allí a diario.
Inmigrantes de ida y vuelta entre Italia y Francia
El problema tiene otras vertientes y está provocando ya el enfrentamiento entre los propios Estados. Francia devuelve a Italia a aquellos inmigrantes que intentan entrar en el país y esto para la UE es ilegal, según las reglas del tratado de Schengen que elimina las fronteras entre los dos países europeos. «Aunque Francia aluda a una seria amenaza de orden público, este no es el caso», ha advertido la comisaria de Interior.
De hecho, el gobierno italiano asegura que muchos de los inmigrantes que han llegado a Lampedusa tienen como objetivo instalarse en Francia donde podrían encontrar ayuda de la comunidad tunecina que vive allí, nada menos que 700.000 personas.
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, incapaz de cumplir las fantásticas promesas que hizo hace unos días a la población de Lampedusa, ha viajado hoy a Túnez y ha conseguido el compromiso del gobierno provisional para repatriar a sus inmigrantes. Berlusconi ha prometido al ejecutivo tunecino barcos para patrullar sus costas y una línea de crédito de 150 millones de euros para ayudar a los jóvenes a montar negocios en Túnez.