Por una directiva europea de 2001, los 27 países de la UE están obligados a introducir el horario de invierno el último domingo de octubre. Bruselas intervino para ordenar el cambio horario que hasta entonces cada país a su elección, después de la primera crisis del petróleo de 1974.
El cambio de hora consigue un menor consumo en iluminación. Según la Asociación Española de Fabricantes de Iluminación (Anfalum) lo cuantifica en 250 millones de euros en los hogares españoles y afirma que el cambio de hora de verano permitió reducirlo un 9,8 %, lo que permite evitar el envío a la atmósfera entre 890.000 y 1.068.000 toneladas de dióxido de carbono.
Su presidente, Rafael Barón dice que «es el ahorro energético lo que realmente importa por encima de los resultados económicos (que en este caso no son muy significativos) porque, por muy pequeño que sea el ahorro energético, siempre tenemos que darle la bienvenida; hay que continuar en esta línea». La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) respalda esos datos y apoya el cambio horario por un consumo sostenible.
Como cada vez que se produce el cambio horario, dos veces al año, los detractores de la medida sacan sus argumentos: los efectos perjudiciales para la salud humana y animal y los trastornos del sueño.
El neurobiólogo del Consejo Superior de Investigaciones Ciéntificas (CSIC) Ricardo Martínez Murillo, afirma que la medida no afecta a la población sin patologías especiales. Sin embargo, cree que el cambio de ciclo entre luz y oscuridad «sí lo notan los lactantes y las mascotas», aunque más en el cambio de horario de verano.
Desde este domingo, la hora será GMT+1 en España, Austria, Bélgica, la República Checa, Dinamarca, Francia, Alemania, Holanda, Hungría, Italia, Luxemburgo, Malta, Polonia, Eslovaquia, Eslovenia y Suecia.
Reino Unido, Irlanda y Portugal, además de las islas Canarias, seguirán con una hora menos que Europa Central y su hora será la de GMT. Bulgaria, Chipre, Estonia, Finlandia, Grecia, Letonia, Lituania y Rumanía retrasarán la hora a GMT+2.
Coincidiendo con esta fecha, en Reino Unido se ha reabierto el debate sobre la conveniencia de sumarse al horario más extendido en la Europa continental. El ministerio británico de Industria discute la medida con las autoridades de Escocia, Gales e Irlanda del Norte. Allí se estudia si el cambio favorece o perjudica la seguridad vial y las consecuencias para la agricultura.
Rusia ha decidido en esta ocasión no sumarse al cambio horario europeo con argumentos similares a los del Kremlin: poco ahorro energético y menos estrés para personas y animales. Otros creen, sin embargo, que la diferencia horaria con Europa perjudicará a las empresas que comercian con la UE. Moscú tendrá ahora tres horas de diferencia con Berlín.