El próximo 4 de febrero tendrá lugar la I Cumbre de la Unión Europea sobre energía, que reunirá a los jefes de Estado y de gobierno de la UE, para mejorar las previsiones futuras en la materia. En ella se animará a los países miembros a invertir un billón de euros de aquí a 2020 para prepararse ante la explosión del precio de los recursos fósiles y reducir su dependencia del extranjero, aunque de aquí a 2015 ningún Estado miembro debe permanecer al margen.
Y es que tal y como advirtió el Comisario encargado de Energía, Günther Oettinger, el campo de la energía no es suficientemente competitivo, las tecnologías están envejeciendo y todavía faltan infraestructuras,«la UE no está preparada para afrontar los desafíos que se perfilan», advirtió.
Un reto difícil para los comisarios de la UE ya que la tarea se prevé dura y el debate se anuncia complicado con los gobiernos. La crisis ha puesto el camino difícil a las inversiones previstas en eficacia energética y energías renovables. Los planes de acción son ahora nacionales y no vinculantes, mientras la Comisión quiere hacerlos vinculantes y controlables o si no en 2010 no se llegará ni a la mitad del 20% de las inversiones energéticas previstas para 2020, año en el que se desea haber reducido las emisiones de CO2 y otros gases causantes del efecto invernadero en un 20% respecto a los niveles de 1990, elevar al 20% la parte de energías renovables en el consumo de la Unión y ahorrar un 20% de energía
No ser dependientes energéticos de Rusia
La dependencia energética de la UE siempre ha sido una de los temas a tratar de cara a una necesidad futura de la Unión. El pasado septiembre con 601 votos a favor y 27 en contra se aprobaron en el Parlamento Europeo nuevas normas para reforzar la coordinación entre los países de la UE y reducir la dependencia energética de estados productores como Rusia, a fin de minimizar el impacto de posibles nuevas crisis de suministro de gas, como la ocurrida en enero de 2009 cuando una disputa comercial entre Rusia y Ucrania dejó sin gas a varios países comunitarios y dejo entrever la falta de infraestructuras de la UE en este campo.
Antonio Sánchez Andrés, del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad Valencia en su estudio sobre «La Dependencia energética europea de Rusia», explica detalladamente las carencias de Europa en relación a fuentes de energía autónomas, que la sitúa en una clara posición de dependencia energética de Rusia.
Si se analizan las compras europeas de gas, se pone de relieve la gran dependencia de la economía de la UE de las importaciones de gas ruso. Por ejemplo, durante el período 2004-2006 el 34,3 por 100 del conjunto de compras exteriores de gas europeo se realizaron en Rusia, pese a que el volumen de compras se ha ido reduciendo ligeramente año tras año hasta 2010, aunque sigue siendo significativo.
La dependencia de la energía rusa es desigual en la UE. Países como Bélgica, Chipre, Dinamarca, España, Estonia, Irlanda, Luxemburgo, Malta, Portugal, Reino Unido y Suecia presentan una dependencia baja o nula, mientras otros como Francia, Italia y Alemania presentan una dependencia media. En cambio, Austria, Eslovenia, Grecia, Hungría, Polonia, República Checa y Rumanía presentan una dependencia importante, destacando los casos de Bulgaria, Eslovaquia, Finlandia, Letonia y Lituania donde todas las importaciones proceden de Rusia. En el caso del petróleo, el mapa presenta unas equivalencias parecidas.
La Comisión quiere terminar con los monopolios en el sector de la energía
La Comisión propone centrar sus iniciativas en los dos sectores que presentan las mayores posibilidades de ahorro energético: el transporte y los edificios. A fin de ayudar a los propietarios de viviendas y a las entidades locales a financiar la renovación y adoptar medidas de ahorro de energía, la Comisión propondrá incentivos a la inversión e instrumentos financieros innovadores de aquí a mediados de 2011, simplificar y agilizar la concesión de licencias de obras y la creación de una «ventanilla única» debe coordinar todas las solicitudes de licencias necesarias para la realización de un determinado proyecto. En el sector industrial, los certificados de eficiencia energética pueden constituir un incentivo para que las empresas inviertan en tecnologías que consuman menos energía.
Se pondrán en marcha cuatro proyectos de envergadura en sectores importantes para la competividad europea, tales como las nuevas tecnologías para las redes inteligentes, el almacenamiento de electricidad, la investigación sobre biocarburantes de segunda generación y la asociación de ciudades inteligentes para fomentar el ahorro de energía en zonas urbanas.
La Comisión también quiere legislar para terminar de una vez por todas con los monopolios en el sector de la energía. Oettinger anunció que para la primavera de 2011, se presentará a los ministros y diputados europeos proyectos de ley en los ámbitos de la eficacia energética y las infraestructuras. La industria sigue desconfiada y expectante, se quejan de las dificultades para obtener préstamos de los bancos, y cuando se da el caso, invierte más bien en países con menores costos de producción