«Singapur en Francia, el festival» comenzó el 26 de marzo en París en el marco de una masiva demostración de dolor en la tierra de Lee, tras su muerte tres días antes.
«Mientras los singapurenses lloran y reflexionan sobre esta pérdida, seguimos honrando la visión de Lee de colocar a Singapur en el concierto internacional», decía Rosa Daniel, subsecretaria del Ministerio de Cultura, Comunidad y Juventud, en el discurso que ofreció en representación del ministro Lawrence Wong en la apertura.
El festival, que seguirá hasta el 30 de junio, celebra el 50 aniversario de la independencia de la ciudad estado, así como los 50 años de las relaciones diplomáticas entre Singapur y Francia. En él se muestra el arte, la cultura y el patrimonio de ese país a través de más de 70 actividades en distintas ciudades de Francia.
«Somos una nación joven, pero enérgica, moderna y dispuesta a experimentar», señalaba Daniel indicando que el festival destacará el poder de la cultura y su «capacidad de unir a las personas y de traspasar fronteras».
El propio Lee reconoció que Singapur había cometido sus «propios errores» en materia de patrimonio cultural al destruir edificios en su prisa por modernizar, pero en sus últimos años remarcó la importancia de salvaguardarlos y de tener un sector artístico y de entretenimiento de «alto nivel».
«Solían ridiculizarnos por ser solo limpios, verdes, seguros y ordenados, pero aburridos y antisépticos», declaró en 2010. «Ahora tenemos una ciudad vibrante con arte, cultura, museos, galerías de arte y el Esplanade teatros en la bahía, una orquesta occidental y China. Además tenemos escritores y artistas residentes», puntualizó entonces.
Algunos de esos artistas han viajado a Francia para la apertura del festival y han dado su visión sobre el cambio que vive la escena artística de Singapur, forzando los límites en una región caracterizada por valores tradicionales y no particularmente famosa por la libertad de expresión.
En el «Archipiélago Secreto», en el museo de arte moderno «Palais de Tokyo», en París, los visitantes pueden observar varias obras contemporáneas y experimentales creadas por singapurenses y artistas de otras naciones de Asia sudoriental, como Malasia, Myanmar y Vietnam.
«Sus trabajos reducen la brecha entre pasado y futuro y la tensión creativa entre memoria y tradición, por un lado, e influencias occidentales contemporáneas, por otro, al tiempo que aportan al arte moderno sus propios lenguajes particulares», explican los comisarios.
AnGie seah, es una artista cuya obra incluye actuación y encarna, literalmente, esas preocupaciones en su presentación titulada «Aullido de los Santos», en la gran galería del subsuelo del «Palais de Tokyo», donde el público puede escuchar los gritos de varias personas por los auriculares mientras observa en un vídeo cómo seah (quien prefiere que su nombre se escriba en minúscula) encarna los aullidos.
«Creo que la voz humana es poderosa y me gusta usarla en mi arte», explica la artista, quien ha viajado por toda Francia grabando a la gente mientras gritaba.
Su montaje incluye «mini santuarios» con representaciones de cerámica o terracota de partes del cuerpo, como manos, con el dedo medio erguido. Esos rincones le dan a la actuación una sensación tradicional a la vez que de vanguardia e invitan al público a cuestionar el simbolismo.
«No me considero una persona fuerte, pero el arte me ofrece la oportunidad de expresarme», nos dijo seah.
No lejos de su muestra, los mellizos vietnamitas Le Ngoc Thanh y Le Duc Hai, Le Brothers, presentan un gran rectángulo con pantallas de vídeo revestido con caracteres militares en una variedad de actividades. Nos explicaron que su trabajo es un llamamiento a la paz mediante la representación de la guerra y de soldados en filmes realizados por ellos mismos.
El curador singapurense Khairuddin Hori profundiza y explica que la obra diseca y cuestiona la conciencia de posguerra de Vietnam del Norte y del Sur, mientras los hermanos «explotan su condición de mellizos como espejo y metáfora».
Otros artistas recurren a artículos de la vida cotidiana, como vajillas y estatuillas, para cuestionar la identidad y reafirmar su propia historia y su cultura. Un artista de Malasia cuenta que ha escuchado relatos de personas mayores y usado sus historias para crear su muestra.
Además de la exhibición «Archipiélago secreto», la inauguración del festival incluyó un actuación multimedia de cinco horas llamada «Las increíbles aventuras de los inmigrantes», con sonido, danza, cine, moda y fotografía.
Especialmente pedida para el festival, la obra ultramoderna del artista singapurense Ong Keng Sen incluye pantallas de vídeo, técnicos de sonido y actuaciones en vivo con una cacofonía visual y acústica, que no deja de transmitir armonía.
«Se invita a inmigrantes reales que nunca actuaron a hacerlo en la obra», explica el creador. «Al compartir sus historias cotidianas como aventuras increíbles, pueblan la muestra como viajeros cantores, bailarines y recreando a los pioneros».
El «espectáculo» se describe como un obra que «concibe las comunicaciones en una futura megalopolis no tan distante», apunta.
El público no puede dejar de pensar que está viendo algo esencial de Singapur, con su población multiétnica, su historia dinámica como centro comercial y sus, a veces controvertidos, esfuerzos para construir una nación cohesionada y fuerte económicamente. El espectáculo también parece evocar la visión sobre su país del fallecido Lee.