La falta de políticas claras y la caída en picado de los precios de la energía solar han hecho bajar un 14 por ciento las inversiones en fuentes renovables el año pasado, indica un estudio que se ha conocido este lunes 7. Las inversiones han caído en todo el mundo, incluso en las economías emergentes como Brasil, China e India. Pero han sido los drásticos recortes en Europa, hasta entonces líder mundial en el sector, los que han marcado el retroceso.
En 2013, ese continente gastó 48.000 millones de dólares menos que el año previo en energías limpias.
El informe, divulgado en forma conjunta por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Frankfurt School y la empresa de datos Bloomberg New Energy Finance, presenta una imagen bastante optimista del sector, que repunta tras un periodo de consolidación.
No obstante, la investigación solo pudo identificar «un puñado» de proyectos significativos que puedan suplantar –no complementar—la generación tradicional de energía a amplia escala y reducir las emisiones de carbono.
«Los costes más bajos, un regreso a la rentabilidad para los principales fabricantes, el fenómeno en muchos países del mercado no subsidiado y una actitud más propicia hacia las fuentes renovables de parte de los inversores son señales esperanzadoras tras varios años de una dolorosa sacudida en el sector», ha dicho Michael Liebrich, presidente de la Junta Asesora de Bloomberg New Energy Finance, en una declaración.
Las fuentes renovables constituyeron el 43 por ciento de la nueva capacidad energética e incrementaron su parte en la generación mundial, del 7,8 al 8,5 por ciento. No obstante, no han podido desplazar al creciente consumo de carbón en el Sur en desarrollo, que se frena pero no se reduce.
El año pasado, las energías limpias impidieron que unas 1,2 gigatoneladas de dióxido de carbono se liberaran a la atmósfera. De todas formas, las emisiones mundiales crecieron un 2,1 por ciento.
«Por sí solas, las inversiones en fuentes renovables ciertamente no crecerán lo suficiente como para poner al mundo en un sendero compatible con (la meta de) los dos grados», dice Ulf Moslener, jefe de investigación del Centro de Colaboración Frankfurt-School-PNUD para el Clima y la Energía Sostenible, en referencia al umbral del recalentamiento planetario que los científicos calculan no debería superarse.
Los expertos advierten de que un incremento de más de dos grados respecto de las temperaturas globales del año 1900 tendría consecuencias catastróficas para gran parte del planeta,
Moslener opina que el ambiente de inversiones después de la crisis financiera mundial y el marco regulatorio del sistema bancario internacional contemplado en los Acuerdos de Basilea III hicieron menos atractivo el sector de las energías renovables para los grandes capitales y para los inversores institucionales, que buscan más retornos para cubrir los altos costos asociados con los proyectos.
Un estudio encargado el año pasado por el gobierno noruego predijo que «el capital y los requisitos de liquidez de Basilea III probablemente limitarán la cantidad de dinero disponible por los bancos para el financiación de la energía renovable en el futuro».
El informe de Frankfurt concluyó que los capitalistas de riesgo y las empresas de fondos de inversión redujeron considerablemente su participación en compañías especializadas en energías renovables en 2013 a solo 2.000 millones de dólares, su nivel más bajo desde 2005.
Sin embargo, convencer a los reguladores mundiales para que hagan espacio al tipo de inversiones y activos que causaron la crisis financiera será difícil. «Siempre es más rápido para un gobierno decir 'Vamos a fijar un precio para la energía' que cambiar sus regulaciones financieras», dice Eric Usher, jefe de la unidad de finanzas de la División de Tecnología, Industria y Economía del PNUD.
A pesar de la incertidumbre, Usher dice que los inversores comienzan, aunque muy lentamente, a notar que las energías renovables son cada vez más intercambiables con activos que pagan rentas, como los bienes inmobiliarios.
«Hubo un repunte en los bonos verdes, y los fondos de pensión están comenzando a moverse», nos dijo Usher. «En Estados Unidos y Canadá, hay estructuras impositivas que agrupan a las plantas de energía y se las venden a los inversores. Brindan financiación a muy bajo coste». Añadió que «Los inversores con planes a largo plazo se interesan en tecnologías maduras».
Las acciones de las empresas de energías limpias que superaron su periodo de consolidación y de capacidad excesiva, principalmente en la industria solar, aumentaron su valor un 54 por ciento el año pasado, duplicando aproximadamente las ganancias en el mercado.
Pero a pesar de los dividendos para los gestores de cartera y para las empresas de obtención de capitales extranjeros, el principal índice de energía limpia, el New Energy Global Innovation Index (NEX), todavía se encuentra un 60 por ciento debajo de su máximo de 2007.
«En el largo plazo, los marcos generales del mercado tendrán que cambiar para integrar una mayor fracción de energías renovables en la red», nos dijo Moslener. Pero «eso también necesitará atención. Yo creo que las fuentes renovables serán solo parte de la solución», añadió.
A menos que se logren significativos recortes en el actual nivel de emisiones, las fuentes renovables podrían dejar de ser una respuesta de avanzada para convertirse en otros combustibles de bajo coste con vistas a un mayor crecimiento.
Aunque la mayoría de los modelos predicen que el uso de energías contaminantes comenzará a menguar a mediados de este siglo, sin recortes y sin replantearse la filosofía de desarrollo, será demasiado tarde para entonces evitar las consecuencias más trágicas del cambio climático.
«El sistema financiero que tenemos hoy se basa en una amalgama que no ayuda al desarrollo sostenible», dijo Usher. «La realidad es un gran desafío que llevará tiempo resolver. Las energías renovables no son la solución por sí mismas».