El gobierno griego ha cumplido su parte y las exigencias de la troika (CE,BCE,FMI) están ya en los presupuestos de Atenas para el año que viene, de forma que esta vez no caben más regateos en despidos, recortes y privatizaciones y hay que desembolsar el tramo correspondiente del rescate y eludir de nuevo la quiebra.
La cuestión es que todos son conscientes de que será el enésimo parche para la deshecha economía griega y la prórroga de dos años para llegar a tener un déficit por debajo del 3% tiene consecuencias, es decir, supone más dinero internacional.
Se calcula que se necesitarán unos 32.000 millones extra, que los grandes de la eurozona, incluida España, no están dispuestos a soltar. Supone además una restructuración indirecta de la deuda griega porque los plazos variarían. El marco financiero previsto para Grecia por los socios internacionales preveían que la deuda pública griega, ahora en torno al 190% del PIB, se situaría en el 120% en 2020, lo que se considera deuda sostenible. Con la prórroga, es improbable que se cumplan esos vencimientos.
En ese laberinto para cuadrar las cuentas griegas, el FMI propone una quita de los socios europeos, es decir, que los países de la eurozona pierdan parte del dinero que dieron a Grecia en sus préstamos. Alemania, ya en año electoral, no puede permitírselo; y la mayoría del resto de los países de la eurozona no están en condiciones financieras. España tiene una exposición a la deuda griega de unos 25.000 millones de euros.
El enfrentamiento entre instituciones ya ha retrasado la solución demasiado tiempo y Bruselas presiona públicamente. «La posición de la Comisión es que debemos encontrar un acuerdo en el que converja todo el mundo y que garantice la sostenibilidad de la deuda griega», dijo este lunes el portavoz de Asuntos Económicos, Simon O'Connor.
Ni la UE ni el FMI pueden permitirse un nuevo retraso y, lo más probable es que se llegue a una solución a medio camino que permita anunciar formalmente un acuerdo, sin que suponga más desembolsos de dinero público europeo, incompresible para las respectivas opiniones públicas, a través de recursos técnicos jugando con los tipos de interés o los plazos para devolver los créditos. La solución, o no, esta noche.