La semilla de la Medicago trucatula, está alargada verticalmente. La ecuación que describe este estiramiento está dominada por el número Phi, conocido como número áureo o la proporción divina. Se trata de un número algebraico irracional asociado a diversas propiedades matemáticas, presente en elementos naturales como la relación entre el grosor de las ramas principales de un árbol y el tronco. La disposición de los pétalos de las flores, la representación del hombre de Vitrubio de Leonardo Da Vinci o la estructura de la Quinta Sinfonía de Beethoven.
La otra planta la Lotus japonicus, tiene unas semillas que se ajustan perfectamente con la geometría de una curva cardioide. Es una forma parecida a la del corazón, que corresponde a la curva que describe un punto de una circunferencia que gira sobre otra de igual radio.
Según el investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Emilio Cervantes, que ha dirigido el estudio «se podría pensar que la circunferencia es la forma más sencilla pero muchas estructuras se desarrollan unidas a otras, como los
embriones, por lo que tienden a crecer a partir de un punto fijo que no cambia, lo que les otorga una forma acorazonada»
Estas formas se pueden encontrar en muchas estructuras de la naturaleza tanto sobre un plano, como hojas, como en tres dimensiones, como un riñón.
Las plantas modelo se seleccionan en base a ciertas características como la rapidez de su ciclo o la facilidad de su cultivo. Cervantes considera «destacable que sus semillas tengan unas formas tan marcadamente geométricas» y piensa que podría existir una relación entre esos parámetros.