Hablamos con Nyaradzayi Gumbonzvanda, secretaria general de la red internacional de mujeres por la justicia social World YWCA y activista
Nyaradzayi Gumbonzvanda, sabe lo que es luchar contra el hambre y la violencia: ella misma procede de una familia pobre de la aldea de Magaya, en Zimbabwe. Ha pasado gran parte de su vida intentando mejorar la vida de las mujeres que fueron menos afortunadas que ella. Ahora es candidata a directora ejecutiva de ONU Mujeres, puesto que ocupó hasta marzo la expresidenta chilena Michelle Bachelet (2006-2010).
En esta entrevista relizada en Ginebra, Gumbonzvanda sostiene que, además de procurar crecimiento económico, los países deben generar "oportunidades para crear riqueza a nivel de los hogares y atender temas estructurales como la violencia y la inequidad que las mujeres siguen experimentando casi a diario".
Gumbonzvanda aplaudió el desarrollo logrado por el continente africano, aunque señala que es necesario un mayor empoderamiento social para cambiar la vida de las mujeres.
«Veo que las mujeres avanzan en varios sectores en todos los países africanos. (Pero) necesitamos empoderamiento económico y social», afirma.
Comencemos con los crecientes índices de violaciones y de violencia doméstica. ¿Es muy grave este problema? ¿Es universal?
Nyaradzayi Gumbonzvanda: Creo que es uno de los mayores problemas que afrontan las mujeres y las niñas en el mundo hoy. Veo la violencia contra las mujeres como una manifestación de desigualdades, de falta de empoderamiento y de exclusión.
La falta de empoderamiento social, el hecho de que las mujeres se consideren ciudadanas de segunda clase sin voz ni derechos sobre sus propios cuerpos, la dolorosa realidad de la pobreza y de la violencia de género, y la trata de niñas para explotación sexual son todos temas que deben ser encarados.
Es importante destacar que trabajamos en la prevención de la violencia contra las mujeres, incluyendo la doméstica, las agresiones en situaciones de conflicto y el abuso sexual.
La prevención es fundamental, y debe ir acompañada de políticas fuertes en coordinación con distintos actores sociales dentro de los países y a nivel internacional.
En los últimos 30 años se han producido grandes cambios en la economía y la cultura del mundo, principalmente gracias a Internet y a la globalización. ¿Qué impacto ha tenido en las mujeres?
NG: Creo que en los últimos 30 años han pasado varias cosas. Estuve en Beijing (en 1995) para la (IV) Conferencia Mundial sobre la Mujer y puedo decir que se ha hecho un verdadero trabajo sobre las normas internacionales que tienen que ver con las mujeres y los derechos humanos, y ese trabajo va progresando.
Ahora tenemos convenciones y tratados a nivel internacional, e incluso regional, como el Plan de Acción para las Mujeres (sobre derechos de salud reproductiva y sexual) de Maputo.
Incluso a nivel normativo vemos mucho trabajo y progresos. Sin embargo, todavía deben resolverse los problemas estructurales que contribuyen a la violencia contra las mujeres.
¿Los gobiernos están haciendo lo necesario para afrontar estos desafíos?
NG: No lo suficiente. Creo que los gobiernos deben definir sus prioridades y hacer más cuando formulan sus presupuestos. La mayor seguridad de cualquier nación es cuando sus madres e hijas están seguras, cuando hay alimento en la mesa y agua cerca, cuando hay escuelas que funcionan y hay posibilidades de obtener empleo. Esa es la nación más segura.
Yo instaría a nuestros gobiernos a que repiensen la relación entre el gasto militar y la inversión en servicios sociales y básicos. Solo con comprar un helicóptero militar menos, un gobierno puede construir 10 escuelas. Ese es el mayor reto para los gobiernos de todo el mundo.
En África se han realizado grandes progresos en desarrollo y en empoderamiento de las mujeres. ¿Qué más se necesita hacer por ellas en ese continente?
NG: Este año, la Unión Africana celebra su 50 aniversario, y las mujeres del continente han estado muy involucradas en el proceso de descolonización. Estuvieron en las trincheras, trabajando por una
nueva África.
Celebramos que Nkosazana Dlamini-Zuma se ha convertido en la primera mujer en dirigir la Unión Africana, pues es bueno para el continente. También vemos países como Ruanda y otros que tienen un significativo número de mujeres en puestos de toma de decisiones.
Pero todavía tenemos que resolver los temas que generan conflictos. Mientras los países continúen en situaciones de conflicto, y siempre que haya violencia, habrá retrocesos.
El continente, desde Ciudad del Cabo hasta El Cairo, es muy rico, y por eso tenemos que detectar en qué grandes sectores, como la minería, el transporte y la agricultura, las mujeres pueden
involucrarse más.
La tecnología desempeña un papel fundamental en el desarrollo del continente. Por ejemplo, se usan servicios de mensajes cortos (SMS) para informar a las madres sobre la vacunación de sus hijos.
¿Qué papel ha jugado esto en la vida de los africanos?
NG: Consideramos que la telefonía móvil tiene un gran potencial en África. En Tanzania se usa para servicios sobre planificación familiar o para la inmunización de niños y niñas.
También se han introducido servicios bancarios a través de teléfonos móviles en Kenia y Zimbabwe, y estas son poderosas formas de empoderar a las comunidades.