Desde el comienzo de la acampada este movimiento ciudadano ha ido creciendo de forma espeluznante. La necesidad de mostrar la indignación frente a políticos y banqueros con el telón de fondo de la crisis ha conseguido demostrarles, y demostrarnos a nosotros mismos, que en la sociedad española no está todo perdido.
La clave de todo esto está principalmente en la movilización más que en las reivindicaciones políticas. Hace una semana, todos veíamos impensable que ocurriera algo así, estábamos acostumbrados a escuchar frases del tipo ¿Esta juventud apática saliendo juntos a la calle para pedir más democracia? Si los jóvenes no tienen valores ni respeto por nada, es una generación perdida. Eso es algo que ya nadie nos podrá quitar y es que hemos sido el ejemplo de muchos jóvenes del mundo. Nos ha devuelto el orgullo y la ilusión en nosotros mismos.
Buena parte de los que hemos estado estos días en Sol, entre los que me incluyo, no pertenecemos a una plataforma u organización de las que comenzaron todo el movimiento. Hemos ido uniéndonos a las reivindicaciones, siendo voluntarios, participando en comités o simplemente manifestándonos, asistiendo y apoyando a los acampados en Sol en diferentes horas del día. Porque en el fondo todos queríamos salir a la calle a reivindicar dignidad y respeto.
Se han hecho muchas comparaciones con diferentes movimientos, pero tampoco nos equivoquemos, compararlo con la revolución de Egipto es un golpetazo a la historia española. Las situaciones no son para nada similares, principalmente porque, en el fondo, lo nuestro es una crisis de gobernabilidad, lo suyo es una crisis sistémica.
Ni siquiera la referencia de muchos a la crisis islandesa termina por ajustarse a nuestra situación, pues el contexto histórico, social y sobre todo económico de ambas es completamente diferente. Esto es algo nuevo, una mezcla de muchos movimientos, con un especial recuerdo al Mayo del 68 francés. Es realmente difícil encuadrarlo, al menos todavía.
Aunque si hay algo en lo que se coincide con Egipto, la gran fuerza de las redes sociales. Twitter ha estado echando humo toda la semana: De los 400 seguidores que tenía el lunes @acampadasol, a finales de semana cuenta con aproximadamente 40.000. O la concentración virtual en Facebook a la que asistirán más de 115.000 personas.
Buena parte del logro en las movilizaciones han sido gracias a una forma de discurso no excesivamente concreta, con objetivos llamativos y plurales aunque abstractos, que han conseguido que espontáneamente la gente fuera apoyándolo. Intentar incrustar este movimiento social en el paradigma de la lucha entre partidos políticos, como han hecho algunos medios y periodistas conservadores, es sencillamente un error, por carecer de visión política más allá de lo institucional.
Dejarse llevar por los prejuicios justificados en vaguedades de organización y protocolo ha impedido a muchos analizar la idea de la reivindicación, que cuenta con muchas plataformas, cada una con sus propias ideas. Esto permite una buena amplitud de pensamiento, aunque dificulta seriamente la consecución de unos objetivos claros. Pero independientemente de que se esté o no de acuerdo con algunas de las reivindicaciones de Democracia Real Ya -algunas yo mismo las cuestiono seriamente- esta no deja de ser una de las organizaciones presentes; pero la diferencia, el corazón de la Spanish Revolution, está en todos aquellos ciudadanos de a pie sin vinculación política, que se sentían defraudados y querían demostrarlo de una forma legítima y reivindicativa: gritando todos con una sola voz. Y aquí es cuando ya no solo los jóvenes toman las riendas y los que cuentan con una mayor y sobrada experiencia, es decir, buena parte de la ciudadanía en su conjunto decide aprovechar la oportunidad para reivindicar sus derechos.
De ahí surge una traducción directa de la indignación: No les votes. La gran molestia con los partidos mayoritarios demuestra que lo que tenemos es una crisis en la capacidad de los gobernantes para responder a las exigencias de la ciudadanía. Aunque tenemos que recordar que las elecciones del 22-M son autonómicas y municipales, no generales. Esto le da oportunidad a partidos como el PSOE para replantearse el año que le queda si se lleva un duro golpe en estas elecciones; pero la realidad es que casi ninguna de las propuestas aprobadas en la Asamblea tienen solución directa en las elecciones municipales. Muchas ni siquiera la tienen a nivel nacional, es más, serían contraproducentes de no producirse a nivel europeo o mundial (como la supresión de los paraísos fiscales o el impuesto sobre las transacciones financieras).
Hacia la European Revolution
Esto me lleva a un punto clave para el futuro de la Acampada Sol, la promoción de las manifestaciones por otras capitales europeas, y del mundo. De una forma menos llamativa también se habla de la European Revolution. El viernes 20 aproximadamente unas 700 personas se plantaron en frente de la Comisión Europea en Bruselas exigiendo lo mismo que en Sol, pero con un toque europeizador, esencial si se quiere influir de verdad con muchas de las exigencias. Y es difícil conseguir el apoyo de un buen número de jóvenes a lo largo y ancho del continente, pero no imposible. Quizás el Movimiento 15-M debería esforzarse para promocionarlo por el resto de Europa, en vez de ocuparse de reuniones vecinales en barrios de Madrid, si lo que quieren es sobrevivir a las que van a ser las semanas clave de las reivindicaciones.
Una vez hayan pasado las elecciones, deberán reflexionar sobre qué hacer con todo lo que han conseguido y lo que les queda por conseguir. Lo que decidan convertirá a la Acampada en un bonito recuerdo que quedará en las memorias de todos; en un movimiento que intente superar fronteras, que aclare y busque soluciones; o en un intento de institucionalización nacional muy arriesgado.
Las emociones que se palpan al entrar en Sol afectan de una forma maravillosa al sentir del que se introduce en el campamento, pero hay que intentar no dejarse llevar por la obnubilación que crean tantos sentimientos de ilusión juntos. Es necesario poner los pies en la tierra para no llegar a exageraciones poéticas. La falta de objetivos claros ya ha sido comentada por muchos, pero hay que entender que realmente no es una organización centralizada, sino un movimiento ciudadano espontáneo. Y aunque el campamento este establecido y distribuido de una forma envidiable, su estructura horizontal garantiza la igualdad de todos los participantes, pero cuanto más aumenta más dificulta la toma de decisiones en los comités y la Asamblea, que a veces acaba siendo contraproducente.
Todo esto creará muchos debates de forma y de fondo dentro del campamento, ya que todos admiten el deseo de continuar las movilizaciones, pero la verdad es que es un riesgo considerable el tratar de constituirlo como algo que no es. Se trata de una unión de ciudadanos indignados, con diferentes formas de ver muchas de las cuestiones, e intentar llevarlo a estructuras más formales podría traducirse en un estrepitoso fracaso, acompañado por el posible cansancio de los medios de comunicación y el intento de plataformas y organizaciones -y ya no digamos partidos políticos- de politizarlo excesivamente para sacar tajada. Pero abandonarlo como si nada hubiera ocurrido también sería una lástima. Es por lo que creo que es el momento de contactar con todas las organizaciones juveniles posibles en Europa, para que comiencen la movilización en otras ciudades, pues la situación de los jóvenes es realmente similar en todo el continente. De esta forma lograrán evitar que esto caiga en un pozo vacio, y promover el debate en todos los países en busca de soluciones comunes.
Pero, en el peor de los casos, si el proyecto decayera y los objetivos políticos no se lograran en un corto plazo y la gente comenzara a cansarse, esta semana nos debería de dejar a todos con un buen sabor de boca, y muy orgullosos. Sobre todo porque hemos descubierto que podemos y debemos exigir vivienda digna, democracia más activa, y más cuestiones que no son otra cosa que derechos. Y lo hemos exigido de forma pacífica, cosa que no ocurrió ni en Londres ni en Atenas. Además, dentro de los partidos también se han dado cuenta de que no vamos a permanecer callados por más tiempo y eso tendrá consecuencias en su forma de actuar.
Espero que ninguna de las organizaciones que han estado en primera línea de fuego se les haya subido el éxito a la cabeza y arriesguen la imagen de futuro del 15-M como lo que es, un movimiento ciudadano reivindicativo que debería de quedar recordado como ejemplo del despertar en el imaginario colectivo, no solo de España, sino de Europa entera. Porque, como finaliza el Manifiesto Acampada Sol, es mejor arriesgar y perder, que perder por no haber arriesgado.