El director malagueño pensó en la historia mientras viajaba en taxi desde el norte de Egipto hasta El Cairo, para asistir como jurado a un festival de cine. Un atasco le impidió llegar a su destino pero le valió la amistad del taxista y la certeza de que el taxi es el hábitat idóneo para dialogar sin autocensura de la catarsis política que provocó el desmoronamiento de la dictadura de Mubarak.
El resultado es un un cine directo donde el director se queda fuera de la película para que sean taxistas y viajeros quienes decidan el ritmo fílmico y el argumento. David Muñoz únicamente colocó su cámara dentro del taxi mientras él iba detrás, en otro coche, siguiendo el mapa mental que iban diseñando los cairotas en las noches posteriores al estallido de la revolución.
En Leipzig, la película, opta al premio en la categoría internacional pero son ya diez los que acumula este director que ya recibió el galardón del Festival de Cine de Málaga por «Otra noche en la tierra» y el Goya en 2010 por la cinta «Flores de Ruanda». En la ciudad alemana, Muñoz habló con euroXpress sobre cine, libertades, democracia y las utopías conquistadas y por conquistar en el mundo árabe.
¿Qué has querido contar en «Otra noche en la tierra»?
David Muñoz.- Es una película de taxistas pero es fundamentalmente una película sobre la Primavera Árabe. Es un inventario de viajes aleatorios de taxistas y pasajeros donde predomina la política. Sólo quería contar qué ocurre una noche en taxi justo después de la Revolución.
eXp- ¿Qué objetivo fundamental tenías en mente antes de empezar a grabar?
DM.- Contar la Primavera Árabe desde un elemento tan privado como es un taxi. Quería borrar la ráfaga de noticias y el periodismo para ponerme a pie de calle y entrar dentro de la privacidad más absoluta de los habitantes de El Cairo.
eXp- ¿Por qué esa diferencia entre periodismo y documental, si ambos géneros sirven para denunciar e informar?
DM.- El periodismo siempre actúa en un plano de desigualdad entre periodista y entrevistado. Yo quería explicar una historia relatada por dos iguales que hablan de lo que les apetece dentro de un taxi. El periodista siempre guía la conversación, aquí la conversación era guiada por la libertad de los interlocutores.
eXp- ¿Cómo ha sido la producción del largometraje documental?
DM.- Es una película de resistencia. Sin presupuesto. Me fui con una mochila y viví en casa de amigos egipcios. Puse la cámara dentro del taxi y sólo supe qué había pasado durante la post-producción. Sabía que la revolución iba a ser una cocina que transformaría la realidad egipcia en una historia interesante que hablara de política, emociones y de la microrealidad cairota. Dentro de mi propio lenguaje cinematográfico, desaparecer de la película suponía un reto importante.
eXp- ¿En qué han quedado las proclamas de la Plaza de la Liberación que abrieron la puerta de la democracia a los países árabes?
DM.- La revolución surge porque la población no puede más y sufre una catarsis que nadie se espera. Ni siquiera los Estados Unidos, que sólo apoyan las reclamaciones democráticas cuando se da cuenta que es imposible parar las ansias de libertad de los jóvenes, tenía la certeza de que triunfaría la sociedad civil egipcia. A Estados Unidos le ha interesado controlar la revolución para no perder su peso estratégico en Oriente Próximo pero estaba más cómodo con la tiranía de Mubarak.
eXp- ¿De qué salud gozan las libertades democráticas tras la caída de la dictadura?
DM.- Los jóvenes han vuelto a perder la partida porque el poder Estado-Islam y los militares se han repartido de nuevo el pastel. Esto se debe a una incapacidad manifiesta de los civiles para organizarse en sociedad civil. Por otra parte, la represión contra la disidencia no ha terminado. Todos los activistas, blogueros y la gente que tenía un discurso político, dentro del mundo civil, se ha visto obligada a desaparecer o ha sido arrestada.
eXp- ¿Estás queriendo decir que la dictadura sigue estando presente aunque con un barniz democrático?
DM.- Exacto. En 2011, se arrestaron a 14.000 activistas que están todavía en prisión sin derecho a un juicio justo porque en Egipto está aún en vigor la Ley de Emergencia aprobada hace 30 años. Esta ley hace que no exista el Derecho Civil y se aplique el Derecho Militar que no garantiza una defensa justa al acusado. Por lo que el respeto a los derechos humanos y libertades democráticas aún no está garantizado.
eXp- ¿Ha cambiado la política exterior de Egipto con respecto a Estados Unidos y la Unión Europea?
DM.- De momento, no ha cambiado mucho. Lo único que ha hecho Egipto es adquirir más protagonismo en Oriente Medio de cara a Irán y los demás países árabes. Egipto quiere dejar claro que es una potencia con tanto que decir como Irán dentro de su región de influencia. Con respecto a Israel, la política egipcia está muy condicionada por la presión de Estados Unidos que apoyó la revolución para garantizarse la capacidad de incidencia y evitar que un cambio brusco de Egipto con respecto a Israel hiciera tambalearse su planes geoestratégicos en la zona.
eXp.- ¿Hubo lugar para hablar de los derechos de las mujeres y los homosexuales dentro de los taxis cairotas que sirven de guía sociopolítica egipcia?
DM.- En la película hay una taxista mujer, con mucho valor, que se enfrenta a un pasajero con comportamientos demasiado machistas. En cuanto a homosexualidad, es un tema muy difícil de hablar con naturalidad en el mundo árabe.
eXp.- Si, como afirmas, han ganado los clérigos y los militares, ¿quienes han perdido?
DM.- Ha perdido el pueblo. El 65 por ciento es menor de 35 años y la inmensa mayoría de los jóvenes buscaba mayor apertura, más laicismo, más libertad, más igualdad, más democracia y más participación en la sociedad egipcia. Nada de lo que esperaba la sociedad civil lo ha logrado.