Hablamos con Sameer Dossani, Coordinador de Campañas Internacionales de la organización ActionAid
Una agricultura sostenible claramente definida debería ser una prioridad en la agenda de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, dice Sameer Dossani, que será uno de los 50.000 participantes que se prevé acudan a la cita.
Busani Bafana - ¿Está funcionando el concepto de desarrollo sostenible? Veinte años después de la primera Cumbre de la Tierra, todavía estamos hablando sobre eso.
Sameer Dossani - Es verdad que algunos actores, tal vez especialmente la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, parecen estar invirtiendo mucho dinero y tiempo en procesos que no van a ninguna parte. Sin duda cuestionamos la eficiencia de estos procesos y llamamos a la comunidad internacional a abordar estos asuntos de un modo más efectivo.
Sin embargo, el desarrollo sostenible y los temas relacionados que se discutirán en Río son de vital importancia para las comunidades, y mantener el statu quo no es una opción. Pasarse al desarrollo sostenible es inevitable. Ya sea que el cambio esté planeado estratégicamente o se produzca de manera gradual, o que sobrevenga a consecuencia de crisis económicas y de un incremento de los desastres climáticos, es una cuestión que todos debemos decidir.
B. B - La pobreza mundial no está menguando, sino más bien al contrario. ¿Somos realistas cuando hablamos de la necesidad de justicia social y climática?
S. D - No podemos hablar de una reducción significativa de la pobreza sin abordar la cuestión de la justicia. Para citar a Nelson Mandela: «La pobreza no es un accidente». En el mundo hay mucha pobreza, pero también mucha riqueza, más que suficiente para afrontar estos problemas.
B. B - ¿Está listo el mundo para cambiar de rumbo y abordar el cambio climático?
S. D - El mundo tiene que estar listo. La alternativa es nefasta: una mayor frecuencia e intensidad de los desastres naturales vinculados al clima, un aumento de los conflictos por los recursos, la incapacidad de las comunidades pobres de pagar los recursos cada vez más escasos y costosos, y en última instancia la amenaza de perder ciudades y áreas rurales por el aumento del nivel del mar.
B. B - ¿Qué avances se lograron desde la adopción de la Agenda 21, el plan de acción para el desarrollo sostenible asumido en la Cumbre de la Tierra de 1992?
S. D- Algunos países europeos dieron pasos para reducir las emisiones, mientras que otros en desarrollo tomaron medidas para garantizar que las comunidades más pobres tuvieran por lo menos acceso básico a derechos humanos primordiales, como el derecho a los alimentos. La Ley Nacional de Garantía de Empleo Rural de India es un ejemplo.
Lamentablemente, ni las iniciativas de desarrollo ni las reducciones de carbono han alcanzado para asegurar que todos puedan gozar del derecho a llevar una vida digna, y que quienes son suficientemente privilegiados para llevar un estilo de vida de clase media no lo hagan contaminando el mundo para las futuras generaciones.
Desafortunadamente, también hubo algunos avances «falsos», como la promoción de mecanismos que no abordan los problemas pero a veces parecen hacerlo.
La promoción de los biocombustibles, por ejemplo, no solo no aborda el problema de las emisiones de carbono (la mayoría de los que están en uso actualmente todavía emiten grandes cantidades de carbono), sino que también coloca a los cultivos alimentarios en competencia directa con los que se usan para elaborar combustible. Esta práctica tiene que cesar. Como primer paso, los países deberían poner fin a los subsidios e incentivos a los biocombustibles.
B. B. - Cuáles son sus expectativas para Río+20?
S. D - Nos gustaría que en la cumbre los países asumieran un fuerte compromiso para una agricultura sostenible claramente definida, así como que se trazara un proceso que plantee un viraje de la agricultura industrial hacia un modelo que sitúe las vidas y el sustento de los cultivadores y de la población rural antes que otras preocupaciones, incluidas las ganancias.
Una vez que esto se acuerde, ActionAid llamará a los países -especialmente los del Grupo de los 20 (ricos y emergentes)- a garantizar que haya suficiente financiación disponible para ayudar a las comunidades a pasarse a una agricultura sostenible, resiliente al clima.
Los 100.000 millones de dólares comprometidos por los líderes de los países ricos en la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 15), que se realizó en 2009 en Copenhague, serían un buen punto de partida para empezar a hablar sobre los fondos adicionales necesarios.