Hace seis meses que González, de 40 años, y sus hijos Manuel y Leónidas, de 4 y 5, fueron desalojados por las autoridades de la «corrala» Buenaventura, un antiguo edificio cuadrado con patio común de acceso a cada vivienda que ocupaban junto a 13 familias sin recursos y una docena de niños y niñas.
Desde entonces, explica, los niños «le tienen tirria a la policía porque creen que les robó su casa».
España es el segundo país de la Unión Europea con mayor pobreza infantil, detrás de Rumania, revela el informe «La crisis europea y su coste humano. Una llamada para alternativas y soluciones justas», presentado el 27 de marzo en Atenas por Cáritas Europa. El tercer puesto lo ocupa Bulgaria y el cuarto Grecia, según la organización asistencial católica.
Las medidas de austeridad impuestas en los países europeos acuciados por la deuda externa, «han fallado a la hora de solucionar los problemas y generar crecimiento», aseguró el secretario general de Cáritas Europa, Jorge Nuño, durante la presentación del estudio.
«Estamos bien. Los niños ya están preinscritos en el colegio para el próximo curso», afirma González. Originaria de Barcelona, dejó en Italia al padre de sus hijos al descubrir que «los maltrataba». Recomenzó de cero en Málaga sin familia, empleo, ni ingresos, cubriendo necesidades gracias a la solidaridad de varios colectivos sociales y redes de apoyo mutuo.
Un informe de este año del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) asegura que en 2012 más de 2,5 millones de niños y niñas vivían en familias españolas pobres, un 30 por ciento del total. Unicef precisa que 19 por ciento de la población infantil española vive en hogares de cuatro miembros, con ingresos anuales inferiores a los 15.000 dólares.
«La pobreza infantil es una realidad en España, aunque los políticos quieran disimularlo y no les guste que se lo digamos porque se asocia a países tercermundistas», dice el fundador y presidente de la organización no gubernamental Mensajeros de la Paz, el sacerdote católico Ángel García.
El ministro de Hacienda español, Cristóbal Montoro, aseguró el 28 de marzo que los datos divulgados por Cáritas Europa «no se corresponden con la realidad» porque se basan en «mediciones estadísticas».
Pero en Málaga «cada vez son más las madres que hacen fila para recoger alimentos», nos dijo el presidente de Ángeles Malagueños de la Noche, Ángel Meléndez. Esta organización dispensa diariamente 500 desayunos, 1.600 raciones de almuerzo y 600 cenas a personas sin recursos.
González y sus hijos se alimentaron durante meses en 'Er Banco Güeno', un comedor social gestionado por los propios vecinos en el desfavorecido barrio malagueño de la Palma-Palmilla, que ocupa una sucursal bancaria inoperativa.
Según el padre Ángel, la pobreza infantil «no es solo no tener para comer», sino también «el no poder adquirir los libros para ir al colegio o no haber comprado ropa nueva en los últimos dos años». «Es la desigualdad de oportunidades entre los niños», resumió.
La crisis se ha cebado en España con los sectores tradicionalmente más débiles y también con familias de clase media.En 2013 el gobierno de Mariano Rajoy aprobó un Plan Nacional de Acción para la Inclusión Social 2013-2016, destinado a reducir la pobreza infantil.
La división europea de Cáritas recoge en su informe que al menos un millón y medio de hogares españoles padecen una situación de exclusión social severa, 69,8 por ciento más que en 2007, año previo al estallido de la crisis financiera mundial.
«Familias enteras se ven abocadas a la calle al no poder pagar al alquiler. Hay más solicitudes de alimentos. Piden hasta pañales para los recién nacidos porque no tienen capacidad para enfrentarse a tan precaria situación», nos dice la directora del Centro de Acogida Municipal, Rosa Martínez, durante una visita a la institución.
Un 26 por ciento de la población económicamente activa carece de empleo, la mitad jóvenes, según datos del Instituto Nacional de Estadística, mientras crece la brecha entre ricos y pobres.
Al concluir marzo, había 4,8 millones de personas desempleadas, según datos oficiales, con un ligero descenso respecto a febrero. Pero las cifras mostraron también que crecieron los parados que ya no reciben prestación alguna. Ahora son cuatro de cada 10.
El descontento social se aviva además por unas medidas de austeridad que concentraron recortes en sectores como la sanidad, la educación y la protección social.
El informe Emergencia Habitacional en el Estado Español, de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y el Observatorio DESC, calcula que el 70 por ciento de las familias desahuciadas o en proceso de serlo tienen al menos un menor de edad a su cargo.
«El derecho a la igualdad de oportunidades es papel mojado si un niño se queda en la calle», advierte el abogado José Cosín, quien denuncia la situación de vulnerabilidad de los menores desalojados junto a sus familias el 3 de octubre de 2013 de la corrala Buenaventura.
Quince afectados por este desalojo presentaron una demanda judicial por las garantías fundamentales de los menores recogidas en la Convención de los Derechos del Niño de 20 de noviembre de 1989, que establece que «los estados partes proporcionarán asistencia material y programas de apoyo, particularmente con respecto a la nutrición, el vestuario y la vivienda».
Las familias sin ningún ingreso pasaron de 300.000 a mediados de 2007 a casi 700.000 a finales de 2013, según el documento Precariedad y Cohesión Social. Análisis y Perspectivas 2014 de Cáritas Española y la Fundación Foessa, que resalta el valor de las relaciones sociales como un recurso para evitar la fractura social.
Mientras, el 27 por ciento de los hogares los mantienen personas jubiladas con sus pensiones. Los hijos retornan con sus familias a vivir con sus padres para sobrevivir, o los abuelos pensionistas financian parte de los gastos de los hijos y los nietos, con sus ingresos, a veces mínimos.
«Ante la dureza de las situaciones el tejido humano se fortalece», subraya González, quien destaca la solidaridad de distintos grupos malagueños que durante tres meses la ayudaron a limpiar y habilitar su casa actual, un décimo piso sin ascensor, que estaba llena de basura, sin puerta de entrada, ventanas ni tuberías.
González lamenta «la falta de presupuesto» y eficiencia de los servicios sociales, de los que no recibe nada.
Sus hijos tienen los caprichos propios de su edad, pero su madre les explica que es más importante gastar ocho euros en comida que en dos peces de goma.Tardó varias semanas en comprarle los muñecos. La última Navidad fueron al cine por primera vez.