En una conferencia de prensa realizada este lunes 3, el representante permanente de Kenia, Macharia Kamau, uno de los facilitadores del proceso consultivo intergubernamental, informó que la implementación de la agenda puede costar la friolera de entre 3,5 billones y cinco billones de dólares por año.
Esta cifra parece astronómica, dijo, comparada con los cientos de millones de dólares –no billones– que la ONU ha requerido tradicionalmente para ayuda al desarrollo.
Es una meta «ambiciosa, pero no inalcanzable», señaló, y podría cubrirse principalmente con recursos internos, tanto públicos como privados. «Todos los países tienen que estar a la altura de las circunstancias», dijo, para agregar que es imperativo que participe el sector empresarial.
De todos modos, el subsecretario general de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, Wu Hongbo, de China, se mostró más cauto cuando declaró a los periodistas que «será muy difícil dar cifras específicas».
Se espera que los 193 estados miembros del foro mundial movilicen recursos internos para ayudar a cumplir los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), sucesores de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio, que fueron aprobados por la Asamblea General en septiembre de 2000 y cuyo plazo vencerá en diciembre de este año.
Las nuevas metas, que serán parte de la agenda de desarrollo post-2015 de la ONU y deberán aprobarse en una cumbre de líderes mundiales que se realizará del 25 al 27 de septiembre, cubrirán una amplia gama de asuntos políticos y socieconómicos.
Entre ellos destacan pobreza, hambre, igualdad de género, industrialización, desarrollo sostenible, pleno empleo, derechos humanos, educación de calidad, cambio climático y energía sostenible para todos.
Jens Martens, director del Global Policy Forum, con sede en Bonn, sigue de cerca las negociaciones, y nos dijo que la nueva Agenda de Desarrollo Sostenible es el resultado de un doloroso proceso de creación de consenso. «La nueva agenda es única, pues es universal y contiene objetivos y responsabilidades para todos los países del mundo, incluidos los ricos y poderosos», observó.
La Agenda aborda las crecientes desigualdades dentro de los países y entre ellos, así como las enormes disparidades de oportunidades, riqueza y poder, destaca Martens. Algunos de los nuevos ODS son muy ambiciosos. Por ejemplo el primero, que se propone erradicar la pobreza en todas sus formas y en todas partes. Sin embargo, la Agenda es mucho menos ambiciosa en lo relativo a los medios de llevarlo a cabo, advirtió Martens.
«La implementación de los ODS requerirá cambios fundamentales en la política fiscal, la regulación y la gobernanza mundial. Pero lo que hallamos en la nueva Agenda es vago y, de lejos, no alcanza para disparar el llamado cambio transformacional. Pero objetivos sin suficientes medios no tienen ningún sentido», declaró.
Bhumika Muchhala, analista de políticas, finanzas y desarrollo en la Red del Tercer Mundo, nos dice que los ODS son mucho más ambiciosos que las Metas del Milenio, pero que buena parte de este dinero provendrá de dos fuentes clave.
Por un lado, fondos privados, a través de las asociaciones pluripartitas que la ONU consagra en el ODS 17, así como otros varios procesos, como la Iniciativa de Energía Sostenible para Todos o el Mecanismo Global de Financiación. Y por otro, fondos internos, obtenidos directamente de las arcas de países del Sur en desarrollo, por no registrarse compromisos de aportes internacionales.
Según Muchhala, la flagrante ausencia de un proceso intergubernamental o modelo de gobernanza en torno a este tipo de asociaciones de múltiples actores las deja vulnerables ante casos de falta de responsabilidad y transparencia, así como de rigor en evaluaciones independientes y otros procesos de monitoreo por parte de terceros.
Shannon Kowalski, de la Coalición Internacional por la Salud de las Mujeres, nos dijo que los ODS constituyen un importante paso adelante, especialmente para mujeres y niñas. Con este nuevo marco se genera el potencial para cambiar realmente las reglas del juego y promover la igualdad de género, que se reconoce como absolutamente esencial para el desarrollo sostenible, agregó.
«Las mujeres y las niñas de todas partes tienen mucho que ganar con los ODS. Pero para que esto sea realidad, tenemos que seguir presionando a los gobiernos, a fin de que cumplan con sus compromisos», planteó Kowalski.
Ian Koski, portavoz de ONE Campaign, dice que los nuevos objetivos mundiales son un hito en el esfuerzo por poner fin a la indigencia.
«El seguimiento de estos objetivos deberá centrarse particularmente en la responsabilidad, respaldada por inversiones en recolección de datos y en su uso, a fin de que los ciudadanos tengan la información que necesitan para garantizar que los líderes cumplan sus promesas», señaló Koski.
Según el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, la nueva agenda de desarrollo «acompasa una agenda universal, transformadora e integrada, que anuncia un histórico punto de inflexión para nuestro mundo». «Esta es la Agenda del Pueblo, un plan de acción para poner fin a la pobreza en todas sus dimensiones, irreversiblemente, en todas partes y sin dejar a nadie rezagado. Busca garantizar la paz y la prosperidad, y forjar asociaciones que tengan como núcleo a las personas y al planeta», agregó.
Deon Nel, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), dijo: «Felicitamos a los negociadores por su osada acción. Esta es una medida esencial hacia la realización de nuestro sueño de dar forma a un mundo donde las personas, el planeta y la prosperidad se unan».
El nuevo plan de desarrollo representa una mejora significativa en comparación con las Metas del Milenio, pues reconoce la compleja relación entre la sostenibilidad de los servicios del ecosistema, la erradicación de la pobreza, el desarrollo económico y el bienestar humano, añadió.