Hay pocas posibilidades, o ninguna, de que las potencias nucleares se comprometan, en la reunión de alto nivel prevista para septiembre en la ONU. a deshacerse gradualmente de sus peligrosos arsenales
Jonathan Granoff, presidente del Global Security Institute y profesor adjunto de derecho internacional en la Escuela de Leyes de la estadounidense Universidad de Widener, nos dijo: «Lo que se necesita para compensar la lentitud en el control de armas y el desarme es un mayor perfil político».
Por ejemplo, explicó que sería bueno que ciertos líderes dijeran en la Asamblea General de la ONU: «Mi país es uno de los 114 en una zona libre de armas atómicas. Queremos ayudar a las naciones que dependen de ellas para su seguridad a que obtengan los beneficios» de liberar al mundo de esos explosivos.
El informe del SIPRI subraya la necesidad de cumplir con los compromisos asumidos solemnemente el año pasado en la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) para acelerar el desarme.
Las promesas deben ser respetadas, dice Granoff.
Si se cuentan las ojivas, aclara el SIPRI, el número total de armas atómicas de esos ocho países superaría los 17.000, contra 19.000 a comienzos de 2012.
La disminución se debe principalmente a que Estados Unidos y Rusia redujeron sus inventarios de ciertos explosivos, cumpliendo con el Tratado sobre Ulteriores Reducciones y Limitaciones de las Armas Estratégicas Ofensivas, y se deshicieron de otros ya obsoletos.
Al mismo tiempo, señala el SIPRI, los cinco países reconocidos como nucleares en el TNP (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia) están instalando nuevos sistemas de lanzamiento o han anunciado planes para hacerlo, lo que indicaría que tienen intenciones de mantener sus arsenales en forma indefinida.
De estos, solo China parece estar incrementando el número de sus explosivos.
De los países que no aprobaron el TNP, India y Pakistán están aumentando su arsenal y fortaleciendo sus sistemas de lanzamiento.
«Una vez más, hay poca esperanza de que los estados poseedores de armas nucleares muestren genuina disposición a renunciar a sus arsenales», según el SIPRI.
«Los programas de modernización a largo plazo que están en marcha en esas naciones sugieren que las armas atómicas todavía son una marca de estatus y poder internacional», dice Shannon Kile, investigador principal del Proyecto sobre Control de Armas Nucleares, Desarmes y No Proliferación, del SIPRI.
Kile dice que, a la luz de las actuales tendencias, no se puede esperar razonablemente que la próxima reunión de alto nivel en la ONU sobre desarme logre algún resultado tangible.
Sin embargo, destaca que la Asamblea General puede jugar un papel positivo en el fortalecimiento de las normas existentes y de los compromisos políticos.
Esto implica, primero y antes que nada, mantener la presión política sobre los estados que poseen armas atómicas para que reduzcan el papel y relevancia de estos explosivos en sus estrategias de seguridad nacional.
Esto se puede hacer, por ejemplo, persuadiendo a esos gobiernos a que adopten compromisos explícitos de no ser los primeros en usar las bombas nucleares en caso de un conflicto y a no lanzarlas contra países que no las poseen.
En el largo plazo, señala, la Asamblea General puede contribuir a «devaluar» el peso de las armas nucleares en la geopolítica internacional y deslegitimar su posesión.
«Esto ciertamente será parte de un proceso de largo alcance que requerirá considerable paciencia y persistencia diplomática, pero no se debe minimizar su importancia», añade Kile.
Granoff precisa, por su parte, que se conforma con un grupo de trabajo en Ginebra que presentará recomendaciones a la reunión de alto nivel sobre desarme de septiembre.
Noruega acaba de ser sede de una gran conferencia internacional en la que se advirtieron las horribles consecuencias humanitarias de las armas atómicas, destaca.
«Es llamativo que el P5 (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia) no haya participado en la conferencia», indica Granoff. «Nuestra tarea es ayudar a que el asunto de la abolición de las armas nucleares ascienda en la agenda política, y que esos países cooperen en el desarme», añade.
Consultado sobre la ausencia de Corea del Norte en la lista de países nucleares del SIPRI, Kile explica que aún «no se sabe» a ciencia cierta si ese país asiático «ha producido armas atómicas operativas».