Del rostro congelado de Carla Bruni, a la sonrisa perenne de Valérie Trierweiler. El Elíseo cambia de Primera Dama y la prensa francesa empieza ya a dibujar a la consideran la nueva mujer de moda en Francia. Pero no es una total desconocida, como tampoco lo era Bruni.
La compañera del nuevo presidente de la República francesa, François Hollande, tiene 47 años. Nacida en Angers, una región del oeste galo, en una familia humilde, ha sido una popular analista política dentro del espectro periodístico francés. Ha trabajado para medios de renombre como Profession Politique o Paris Match y para el canal de televisión Direct 8. Escurridiza en las comparecencias públicas, Trierweiler lleva ya dos décadas de periodismo a sus espaldas.
Ella, especializada en el seguimiento del partido socialista, fue estrechando relaciones con Hollande hasta conquistarlo. Divorciada dos veces, la última del traductor Denis Trierweiler, y con tres hijos adolescentes –junto a los de Hollande suman siete-, Valérie Trierweiler no fue hasta 2010, y tras años de rumores y visitas ocultas, cuando fue reconocida como pareja sentimental de Hollande. Éste decidió hacer pública la relación de ambos calificándola como «el amor de mi vida».
Dicen de ella que es cercana, simpática, enérgica y, sobre todo, muy discreta. Poco amiga de la popularidad, confesaba tras el triunfo de su marido que «lo que me da miedo es perder mi libertad». Vista como prototipo de mujer periodista todoterreno, ha mostrado su interés en seguir trabajando como tal y no depender del Estado para mantenerse ella y sus hijos, algo que ha calado especialmente en la opinión pública francesa.
Sus seguidores se cuentan por miles, solo en Twitter la siguen cada día más de 32.000 personas, y no faltan las voces que le otorgan el mérito de haber cambiado a Hollande, no solo físicamente –adelgazó de cara a la campaña electoral- sino en el carácter, colaborando a que el nuevo presidente de Francia rompiera su timidez y se acercara más al pueblo, potenciando así una imagen más sencilla que la que ofrece el rictus serio del presidente saliente, Nicolás Sarzoky.
Compartirá escenario político con la ex de Hollande, Sègolène Royal
Una actitud que dista mucho de la tomada por la exmujer de Hollande y madre de sus cuatro hijos, Ségolène Royal, quien tras la separación de éste no tardó en echar por tierra la carrera política de su marido alegando que, pese a sus años en política, sus logros brillaban por su ausencia, aunque en la pasada campaña cambió estas críticas por elogios.
La presencia de Hollande, su ex mujer y su mujer en la vida política francesa empieza a suscitar ríos de tinta en la prensa sensacionalista. Royal, ex mujer de François Hollande, sigue siendo una figura destacada del Partido Socialista francés, del que fue candidata presidencial en 2007. Raphaëlle Bacqué, periodista del diario Le Monde especializada en política, declaró a la BBC que la relación actual entre ambas damas es «pésima» y que «esto podría convertirse en una dificultad a nivel político».
La nueva prèmiere dame de la France, la octava de la V República francesa, es clásica y sobria. Los que la conocen destacan su afición por ir a la piscina, montar en bicicleta, ir al mercado, leer libros, disfrutar del teatro y acudir al gimnasio. A diferencia de la saliente Carla Bruni, no es una apasionada de la música y los desfiles de moda.
Tampoco le gusta vestir marcando silueta- no ha sido modelo- y prefiere los maxi pañuelos anudados alrededor del cuello, así como los abrigos tipo trench. Prendas que, para los especialistas en moda, no tardarán en ponerse de moda en Francia y es que según una encuesta del Instituto Francés de Opinión Pública, la nueva pareja socialista ya es la más popular del país, con un 40% de aceptación, en comparación con el 26% de Nicolas Sarkozy y Carla Bruni.