Bengasi (IPS). - Hace casi un año la ciudad libia de Bengasi inició un alzamiento contra el líder Muammar Gadafi, y hace tres meses este fue asesinado.Hoy, la frustración popular con el gobierno interino llega a tal punto que su presidente debe escapar por la puerta de atrás.
Hace dos semanas, un grupo de manifestantes atacaron la sede principal del Consejo Nacional de Transición (CNT) en Bengasi, mientras estaba en ella su presidente, Mustafá Abdil Jalil, que se vio obligado a huir por una puerta trasera.
La economía petrolera de este país no se recupera de la destrucción causada por la guerra civil y por los bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Los empleados estatales no cobran sus salarios y la falta de liquidez es tal que los bancos solamente permiten retirar 2.000 dinares (unos 1.500 dólares) por mes a cada ahorrador.
Las penurias dan pie a la desconfianza por el hasta hace poco amado CNT, y circulan rumores sobre su presunta corrupción y la infiltración de miembros del antiguo régimen. Son muchos los que quieren que tanto el CNT como los futuros gobiernos queden completamente libres de exgadafistas, pero otros advierten que tal ruptura es imposible, considerando que el coronel gobernó 42 años y que son legión los que trabajaron para su régimen ante la ausencia de alternativas.
Falta de transparencia del Consejo Nacional de Transición
Pero la principal fuente de la desconfianza es la ausencia de transparencia y de comunicación del CNT con la ciudadanía. «El CNT ha perdido su credibilidad», dice el activista y abogado Abdel Salam El Sherif, de 33 años. «El Consejo ganó legitimidad por la revolución, pero debe servir al pueblo». «Muchos se unieron al CNT en secreto porque seguía habiendo elementos gadafistas, y la gente aceptaba el secretismo por seguridad. Pero luego de la liberación de Trípoli (la capital), el Consejo seguía sin dar información sobre sus miembros... Entonces nos preguntamos quiénes son y por qué esconden sus nombres. Es la mínima transparencia. No sabemos ni siquiera cuántos son. Cada vez que preguntamos, nos dan una respuesta distinta», añade El Sherif.
Según Fathi Baja, miembro fundador del CNT y presidente del comité encargado de política nacional e internacional, el organismo tiene 72 integrantes. Pero el señalamiento de El Sherif es válido. El sitio web del Consejo solo menciona a 66 personas con sus nombres, cargos, lugares de origen y biografías. Ese listado no solo está incompleto, sino que fue publicado el 29 de enero. En la página del CNT en Facebook se afirmaba el 24 de diciembre que había 42 miembros, y el 8 de ese mes, eran 61. «No nos oponemos a la existencia del CNT. Solamente queremos saber quiénes son», insistió El Sherif.
Baja, un exprofesor de ciencia política de la Universidad de Bengasi, admite los problemas de comunicación del Consejo, pero asegura que se han tomado medidas para superarlos. Él subraya que el CNT dejará de existir luego de las elecciones previstas para junio y que todos sus integrantes prometieron no postularse a ningún cargo. «El ataque al edificio del CNT nos mostró cuán mal están las cosas. Estamos reorganizando los medios estatales para comunicarnos mejor con el pueblo. Si lo hubiéramos hecho un mes atrás, quizás no habríamos tenido este problema».
Pero el Consejo, en su opinión, ha logrado mucho si se considera que Libia carecía de instituciones y que hay que construir el Estado de la nada. La seguridad sigue siendo un problema, indicó. El ejército y la policía están ausentes y ese vacío lo están llenando milicias locales, un fenómeno que el CNT dice estar intentando desmontar.
Un gobierno interino sin presupuesto
Respecto a la economía, el gabinete interino nombrado por el Consejo está preparando un presupuesto que asignará recursos para diferentes sectores. «Hay muchos rumores sobre el manejo del dinero por parte del CNT», dijo Baja. «Nosotros no recibimos salarios, pero la gente dice que cobramos 5.000 dinares (3.900 dólares) por mes. Escuchan que los gobiernos extranjeros liberaron los activos libios y creen que nos están mandando cajas llenas de efectivo. No es así. Disponemos de dinero, pero primero tenemos que armar un presupuesto. No solo el pueblo libio nos está observando, sino la comunidad internacional... Necesitamos cambiar la naturaleza de la economía. Gadafi gastaba 17.000 millones de dólares por año en salarios gubernamentales. No es posible dirigir un estado con ese sistema. Debemos promover el crecimiento del sector privado», afirma Baja.
Pero la tarea más urgente es organizar los comicios de junio, cuando la ciudadanía será convocada a las urnas para elegir un congreso nacional, encargado a su vez de nombrar un comité redactor de la nueva Constitución. Según lo previsto, el órgano legislativo tendrá 200 escaños, de los cuales 120 se reservarán para candidatos individuales y los restantes 80 para partidos políticos.
«Eso es un desastre», dijo El Sherif. «Un congreso nacional debe contemplar representantes de todos los sectores de la sociedad. Incluir a los partidos puede marginar partes enteras de Libia. Los partidos vendrán luego, una vez que se establezcan los cimientos del nuevo país».