«La primera prioridad es el marco posterior a 2015 y la segunda prioridad de mi mandato es el futuro de la asociación estratégica de la UE con los países de... ACP», escribió el presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean-Claude Junker, en una carta enviada en noviembre de 2014 al comisario europeo para la Cooperación y el Desarrollo Internacionales, el croata Neven Mimica.
Ese acuerdo de asociación llega a su fin en 2020 y la UE y la ACP promueven debates para realizar un examen crítico del pasado y de la perspectiva futura de la relación entre ambos bloques bajo el acuerdo de Cotonú, así como de los desafíos que implica.
La sesión conjunta del Consejo de Ministros de ACP-UE, celebrada en Bruselas el 28 y 29 de mayo, ofreció la ocasión para discutir opciones innovadoras con el fin de delinear las nuevas bases de intereses en común, necesidades y dificultades, y de forjar la cooperación, en particular en función de la agenda posterior a 2015, la financiación para el desarrollo, la migración, el comercio internacional, el cambio climático y la gobernanza democrática.
Entre los países del ACP hay una conciencia creciente de que «el grupo tendrá que transformarse si quiere hacer realidad su ambición de convertirse en un actor de importancia mundial, más allá de su larga asociación con la UE», declaró el secretario general del ACP, el guyanés Patrick I. Gomes.
«Es necesario reequilibrar la asociación ACP-UE a favor del ACP» fue uno de los mensajes claves que surgieron del Consejo de Ministros del ACP, celebrado en mayo antes de la sesión conjunta. Dentro de la UE también se reconoce la importancia de la relación mutua.
El «intercambio de opiniones sobre una serie de cuestiones clave, como la agenda de desarrollo post 2015 y la migración, una vez más subraya la importancia de nuestra asociación», afirmó Zanda Kalnina Lukaševica, secretaria de Estado de Letonia para Asuntos Europeos, en un comunicado.
Sobre el papel, el acuerdo de Cotonú sigue siendo el marco más sofisticado para la cooperación entre ACP y la UE, que abarca temas políticos, comerciales y de cooperación económica y para el desarrollo. Las últimas cifras del presupuesto de la UE para 2014-2020 asignan 30.500 millones de euros para los países del ACP. De hecho, la región sigue siendo el mayor grupo de Estados con que el bloque europeo está asociado.
El Fondo Europeo de Desarrollo, un instrumento de aplicación del acuerdo de Cotonú, financiará los proyectos europeos de cooperación con el desarrollo hasta 2020 para ayudar a los países socios en la erradicación de la pobreza. Estos fondos se dirigirán a las personas más necesitadas y financiarán sectores como salud, educación, infraestructura, medio ambiente, energía, alimentos y nutrición.
El ACP está decidido a pasar de estar en el extremo receptor de la ayuda al desarrollo para contar con «una sola voz en las instituciones de gobernanza mundial», según Gomes, su secretario general. La necesidad de considerar y tratar a los países del ACP como «socios responsables» a nivel mundial, a pesar de la renuencia de la comunidad internacional, surgió con fuerza durante la cumbre entre África y la UE, realizada en abril de 2014.
Según los observadores, los países del ACP importan a la UE, en parte como ayuda para superar la crisis económica que atraviesa el bloque europeo. Las economías de algunos países de la región del norte de África, por ejemplo, crecieron desde 2004. Al mismo tiempo, la abundancia de recursos naturales en los países del ACP ofrece una alternativa a la zona de Oriente Medio, Rusia y otros países como fuente de energía y materias primas.
De la tercera Reunión sobre la Financiación para el Desarrollo, que se celebrará en Addis Abeba en julio, «debemos salir con un acuerdo integral que abarque a todos los medios de aplicación para la agenda de desarrollo post 2015», nos señaló Alexandre Polack, portavoz de la Comisión Europea.
«Eso significa abordar aspectos no financieros, incluidas las políticas. Necesitamos un acuerdo que ponga las acciones... y las capacidades nacionales en el centro de la erradicación de la pobreza y el desarrollo sostenible, y que se adhiera a los principios de universalidad en términos de las responsabilidades compartidas», añadió.
Los observadores también señalan que los países del ACP también pueden ser interlocutores importantes durante la COP 21, la anual Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se realizará en París en diciembre.
Mientras que los países del Norte industrial y los emergentes son los principales emisores de gases de efecto invernadero, las consecuencias del cambio climático amenazan directamente a muchos países del ACP, en particular a los pequeños estados insulares en desarrollo, con desastres naturales como huracanes y tornados, inundaciones y sequías.
En ese sentido, su voz y experiencia, así como sus buenas prácticas desarrolladas para contrarrestar o mitigar los efectos drásticos del cambio climático, pueden ser un aporte útil a las deliberaciones en París.
Mientras tanto, la sesión conjunta de Consejo de Ministros de ACP-UE aprobó recomendaciones sobre la crisis de la migración, incluida la promulgación de una legislación integral sobre el tráfico de seres humanos y el contrabando de migrantes, haciendo hincapié en las diferencias entre ambos fenómenos, y la aplicación de las leyes nacionales pertinentes.
«Consideramos que, aunque el enfoque militar y de seguridad tiene la intención de desalentar y responder de inmediato al problema, existe la necesidad urgente de contar con una estrategia integral que lidie con las causas fundamentales de este fenómeno, en colaboración con todos los países involucrados», declaró en representación de los países del ACP el copresidente de la sesión conjunta de ministros, Meltek Sato Kilman Livtuvanu, de Vanuatu.