La desafección europeísta crece entre los votantes de todos los partidos políticos, aunque son los británicos conservadores los que con más rotundidad expresan su negativa. El 68 por ciento de éstos no quiere formar parte de los Veintisiete. Entre los electores laboristas, un 44 por ciento dice ser anti-UE. Sólo los ciudadanos que votan a los liberales demócratas, del viceprimer ministro Nick Clegg, desean continuar dentro del proyecto europeísta.
Sólo el 28 por ciento de los británicos piensa que la UE es una «cosa buena», mientras que casi cinco de cada diez afirman estar convencidos de que es «algo malo». El grupo de edad entre 18-34 años es únicamente donde hay una clara mayoría de europeístas, un 44 por ciento de jóvenes votaría en contra de que Reino Unido abandone la Unión.
Las negociaciones sobre la aportación de Reino Unido a los presupuestos comunitarios están sirviendo de caldo de cultivo para el aumento del número de ciudadanos que considera que la UE tiene para su país un coste económico insostenible, del que no sacan rentabilidad. De ahí que David Cameron, presionado por el sector más ultra de su partido, defienda un tijeretazo drástico de las cuentas comunitarias para los próximos siete años.
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