Los investigadores han aplicado un modelo matemático que permite discernir la influencia de las variables climáticas y las medidas humanas de mitigación en los incendios forestales. Además, también han usado esta metodología para calcular cómo afectará el cambio climático a los incendios forestales, y prevén un aumento de los incendios durante los próximos años, si bien se produciría un descenso en las hectáreas quemadas. El trabajo es uno de los primeros estudios sobre predicción de incendios forestales y está firmado por la profesora del Departamento de Astronomía y Meteorología de la UB Maria del Carme Llasat y los investigadores del Instituto de Ciencas de la Atmósfera y del Clima (ISAC) Marco Turco, Jost von Hardenberg y Antonello Provenzale.
El modelo matemático diseñado por los investigadores relaciona el número de incendios que afectaron a más de 0,5 hectáreas y la superficie quemada durante el periodo 1970-2007, en función de la temperatura (máxima y mínima), las precipitaciones y el número de días consecutivos sin lluvia. «Este modelo nos permite saber cómo habrían evolucionado los incendios solo teniendo en cuenta las variables climáticas, y esta información la comparamos con cómo han evolucionado los incendios realmente. Así podemos ver cuál ha sido la influencia humana en el control y gestión de los incendios forestales. Los resultados muestran una disminución de su número y de las hectáreas quemadas en el periodo estudiado», explica Maria del Carme Llasat, jefa del Grupo de Análisis de Situaciones Meteorológicas Adversas (GAMA) de la UB.
Según la investigadora, el mensaje es muy positivo, porque permite ver lo que habría pasado sin la intervención humana: «Una de las causas principales del descenso del número de incendios han sido los esfuerzos en prevención y gestión de incendios con medidas como la generación de mapas diarios de riesgo de incendio, la presencia de guardas en las zonas de riesgo de incendio, el uso de medios aéreos específicos, el aumento de la conciencia de la población y la coordinación de esta con el personal de lucha contra incendios. La diferencia no es tan destacable en cuanto a la superficie quemada; porque una vez ha empezado un incendio y se ha extendido mucho, las condiciones meteorológicas como por ejemplo el viento y las altas temperaturas pueden hacer incontrolable el fuego hasta que estas condiciones no cambian», subraya la investigadora.
En un estudio anterior, los investigadores demostraron que los incendios forestales de verano, además de estar vinculados a las condiciones climáticas de la propia estación, también lo están a las condiciones climáticas antecedentes, sobre todo del invierno y la primavera del mismo año e incluso de dos años atrás. La explicación se basa en el hecho de que las condiciones previas de precipitación y temperatura afectan a la cantidad de combustible, así como a su humedad y estructura y, por lo tanto, a su inflamabilidad.
Los datos de incendios en estos dos trabajos se han obtenido del Servicio de Prevención de Incendios Forestales de la Generalitat de Cataluña (SPIF), y la información sobre precipitaciones y temperatura se ha conseguido de la base de datos de alta resolución (20 kilómetros x 20 kilómetros) Spain02, que se utiliza para validar los escenarios de cambio climático en España y que está elaborada a partir de datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).
Predicciones futuras: más incendios pero menos superficie quemada
A partir del mismo modelo, el estudio ha hecho una predicción a largo plazo de la evolución de los incendios forestales. Los investigadores han utilizado las previsiones sobre temperaturas, precipitaciones y rachas de días sin lluvia de diferentes escenarios futuros de cambio climático en Cataluña. Después han introducido esta información en su modelo matemático con el objetivo de ver la posible evolución del número de incendios y la superficie quemada hasta el año 2050. Las conclusiones muestran un pequeño aumento del número de incendios y una reducción de la superficie quemada. «Esta disminución de las hectáreas calcinadas llama la atención en un escenario futuro donde tendríamos temperaturas más altas y más incendios. Una posible respuesta es que las condiciones climáticas afectan al estado de la vegetación que actúa como combustible de los incendios y que posiblemente sea más escasa», explica Llasat.
Esta predicción no tiene en consideración las posibles mejoras en las medidas de mitigación y prevención de incendios que se puedan producir durante los próximos años. «Habría que insistir en la necesidad de continuar implementando medidas de prevención tanto ciudadana como de los efectivos antiincendios para revertir esta tendencia al alza», advierte la investigadora.
Aplicar el modelo al resto del Mediterráneo
El siguiente paso del equipo de investigadores será usar esta metodología con una base de datos europea de incendios forestales. «Estamos trabajando con la Comisión Europea para aplicar nuestro modelo en la zona del Mediterráneo. La primera fase será homogeneizar los datos, porque los criterios para anotar los incendios suelen cambiar a lo largo del tiempo», apunta la investigadora. La región mediterránea es uno de los puntos calientes del cambio climático. En esta zona, los incendios forestales tienen un impacto significativo, con cerca de 50.000 incendios que queman cerca de 400.000 hectáreas de media cada año.